“Más potencia te hace más rápido en las rectas, menos peso te hace más rápido en todos los sitios”. De lo que no hay duda es que para ser el más rápido hay que correr riesgos”
Esa frase mostraba una característica que no todos conocían del genial constructor Inglés Colin Chapman.
El de ganar a cualquier precio, cueste lo que cueste.
El padre de aquellos fantásticos Lotus cuyo diseño modificaron la Fórmula 1 en la década del 60, 70 y 80 con modelos como el Lotus 25,33, 72,78 y 79 por solo nombrar algunos de ellos, fue el pionero en muchos aspectos fundamentales de los monoplazas de hoy en día.
Esos diseños y bajo la supervisión de Chapman cambiaron la posición de manejo de sus pilotos, desarrollaron los alerones haciendo correr más veloces sus autos, crearon el “Efecto Suelo” redefiniendo la Fórmula 1 a mediados de la década del 70 y marcaron un hito en la categoría sin la cual, seguramente sin Chapman , la categoría más importante del mundo no hubiese llegado a ser lo que es.
Sin embargo, todos, pero absolutamente todos aseguraban que con el genio de Colin hubiese alcanzado para reforzar piezas delicadas de sus monoplazas que eran proclives a las roturas constantes y hacerlos más seguro.
Sus pilotos iban preocupados en sus autos, corrían en él, si, pero por poseer ese ADN que existe dentro de todo corredor, ese ADN que los hacía asumir riesgos dentro de una profesión por demás riesgosa, en su afán de ser más rápidos que todos y coronarse como campeones del mundo.
“Eran coches preciosos, pero siempre me perturbaba la posición de conducción en un habitáculo tan pequeño. El bastidor del eje de transmisión iba en diagonal por dentro del habitáculo, por lo que debías sentarte con la pierna izquierda apoyada por encima para alcanzar el pedal del embrague. Siempre recuerdo haber estado nervioso cuando pilotaba un Lotus por si el eje se soltaba y me dejaba para vestir santos, ahí abajo”.
Recordaría el Genial Innes Ireland, el piloto británico, luego de correr sus primeros años en Lotus, y pese a que Chapman deseaba mantenerlo en su equipo, decidió correr en equipos más pequeños cambiando éxito deportivo por vida.
“Colin era un nene caprichoso, en la temporada 1979 se le metió en la cabeza seguir con el Lotus 80 sin evolución en vez de dedicarle más tiempo al 79, ahí perdimos nuestra gran oportunidad, pero no había manera de hacerle cambiar de ideas, con Lotus fue cuando más accidentes sufrí en mi carrera deportiva, nunca sabía cuando se podía romper un portamazas, un palier o que una rueda supere al auto”.
Diría nuestro querido Carlos Reutemann.
“Ronnie era una persona muy honesta y Colin empleaba su psicología perversa para manipularlo como quería”.
Declararía años después de la muerte de Peterson su viuda Barbro Peterson.
Esas eran algunas de las opiniones o conceptos que tenían los pilotos o gente allegada al mundo de la Fórmula 1 sobre la seguridad de los Lotus o la personalidad de Colin.
Colin Chapman, fue quizás el último genio de la Fórmula 1, un hombre que alimentaba sus ganas de alcanzar el éxito de cualquier forma, inclusive arriesgando por demás a sus pilotos.
La genialidad inaudita de Chapman lo posicionaba en la cúspide de una lista que todos querían acceder, el del mejor constructor del momento y del mundo, el más innovador, el más adelantado para su época, pero lo que nadie sabía, era que en él vivían un “Dr jekyll y Mr hyde”, un Ángel y un Demonio.
Todos los pilotos querían correr sus autos, lo que nadie sospechaba, era las presiones y manipulaciones psicológicas a la que se exponían y a las que terminaban sometiéndose.
Era una persona manipuladora, egocéntrica,por lo que las cosas debían hacerse cuando y como él quería:
En 1960, cuando Chapman daba con sus Lotus sus primeros pasos en la máxima categoría, Stirling Moss fue su piloto de punta. En Goodwood, a su auto se le desprendió una rueda por rotura del porta-mazas y terminó fuera de pista, con lesiones gravísimas que lo tuvieron varios días luchando entre la vida y la muerte. Moss estuvo en coma durante 40 días y se le paralizó la parte izquierda de su cuerpo durante 7 meses. Volvió en la última carrera de aquel Mundial, en la pista de Riverside. Le hicieron una fiesta para su cumpleaños, con una torta coronada por un autito de carrera. Contó Moss:
“Cuando la corté, agarre el autito, le despegué una ruedita y se la dediqué a Chapman, quien no lo halló divertido, más todavía, la cara se le contrajo en un rictus casi siniestro”.
Esa fue la separación entre ambos. Pero afortunadamente, Moss si vivió para contarla, en cambio, Jim Clark, el “Escocés Volador” quien se coronaría campeón mundial con los autos de Chapman en los años 1963 y 1965 Perdería la vida por uno de los tantos caprichos de Colin , como lo era asistir en tantas competencias que no otorguen ni puntos ni importancia en el desarrollo del auto, como lo fue la de Fórmula 2, ese fatídico 7 de abril de 1968 en Hockenheim, carrera que el escocés encontraba innecesaria, ya que ni Lotus, ni Chapman ni Clark tenían que demostrar nada a nadie para competir en esa carrera.
Ese día, Jim había probado los neumáticos con dibujo, pero le atemorizaba la inestabilidad del Lotus:
“El auto frena mal, es demasiado nervioso e inestable, en plena recta tengo que acomodar el auto que se mueve muchísimo”.
El piloto escocés estaba ofuscado con su jefe quien no entraba en razón y deseaba continuar usando esas cubiertas por lo que Jim decidió no cruzar palabra con su jefe a partir del sábado 6 de abril por la tarde.
El domingo por la mañana, con aire conciliador, Colin se acercó al Hotel del circuito donde se encontraba Jim y le aclaró:
“Los mecánicos estuvieron trabajando en tu auto hasta las 5 am, ya está todo solucionado”.
Clark quizás sin ánimo de pelear o deseando estar en cualquier otro lugar que no fuera en ese circuito y con ese auto, se arrastró caminando hacía su Lotus con una pesadez desconocida en él, una vez llegado a su auto le confesó al periodista Giancarlo Cevenini mientras se abrochaba el casco antes de su giro mortal:
“La verdad, estoy siendo obligado a subirme a este auto y sobre todo a correr está competencia, mucho más de lo que yo hubiese querido”.
En el segundo giro, el Lotus escapó del control de Clark en la curva más veloz del circuito y tras varios vuelcos terminó aterrizando en un bosque cerca del lugar”.
Tras varias críticas y el peso del dedo índice sobre su espalda acusándolo de ser el culpable del accidente, Chapman dio una versión tan irreal como cínica.
Declaró que el accidente que le costó la vida a Jim Clark se debió a una lenta pinchadura de su neumático, que al comenzar a perder aire doscientos metros antes del lugar del accidente, se desprendió de la llanta, por ende, la cámara explotó cuando el Lotus iba lanzado a 250 km/h provocando la tragedia.
Una espantosa mentira por parte de Chapman, uno de los pilotos que venía detrás de Clark, era el Británico Chris Irwing quien contó:
“Veníamos los dos viajando juntos, yo venía siguiendo a Jim para copiar sus trayectorias, hasta que de pronto como si una mano invisible lo hubiera atrapado, el Lotus voló y fue a aterrizar en un bosque cercano al circuito, la verdad, las causas son para mí inexplicables, no hubo ni un reventón de ningún neumático ni una bloqueada, nada y la pista estaba bastante seca, aparte, el lugar del despiste no es un lugar donde Jim se hubiese equivocado”
Así, concluye la historia de uno de los pilotos más talentosos que pasaron por la Fórmula 1.
Querido Colin,
Acabo de regresar a Ginebra y voy a tener una segunda opinión sobre el estado de mi cabeza mañana. Personalmente me siento muy débil y enfermo, todavía tengo que acostarme durante la mayor parte del día. Después de ver al nuevo Doctor y escuchar su opinión podemos tomar una decisión final sobre Mónaco e Indy.
Me hice con esta increíble imagen que explica casi el accidente, no sabía que había volado tan alto. Robin Herd aparentemente vio el ala irse, pero no pudo ver el accidente, pues ocurrió alrededor de la curva.
Ahora vayamos a la cuestión, Colin. He estado corriendo F1 durante 5 años y he cometido un error (he embestido a Chris Amon en Clermont Ferrand) y tuve un accidente en Zandvoort debido a un fallo en la selección de una marcha; por lo demás, me las arreglé para no meterse en problemas. Esta situación cambió rápidamente desde que me uní a su equipo sufriendo un sinfín de roturas, despistes y accidentes a causa de sus autos.
Honestamente, tus coches son tan rápidos que todavía seríamos competitivos con unas libras de más que se utilizasen para hacer la parte más débil más fuerte; por encima de eso yo creo que deberías pasar algún tiempo revisando lo que tus diferentes empleados están haciendo, pues estoy seguro que los brazos oscilantes en el coche de F2 hubieran sido diferentes. Por favor, da a mis sugerencias algún pensamiento, pues sólo puedo conducir un coche en el que tenga un poco de confianza, y siento que el punto de no confianza está bastante cerca.
Un cordial saludo”
Esa carta dura y tajante dedicada a Colin Chapman fue escrita por Jochen Rindt, databa exactamente del 4 de Mayo de 1969, un año, cuatro meses y un día antes de que el piloto Austríaco pierda la vida.
En ella, Jochen dice que tuvo un solo accidente en la Fórmula 1.y que a partir de correr con Lotus sus miedos se incrementaron. Como así también el estar más propensos a los accidentes.
Había sido escrita en el hospital donde estaba recuperándose del despiste sufrido en el circuito de Montjuic cuando era el líder de la prueba hasta que la rotura del alerón del Lotus 49B produjo su accidente.
En el transcurso de los 16 meses de vida que le quedaban a Jochen, un sin fin de pensamientos pasaron por la mente del joven Austríaco.
Uno de ellos, era el de abandonar el equipo del genial constructor para armar uno con su amigo Bernie Ecclestone, de hecho ya tenían un equipo juntos en la fórmula 2.
Por otro lado, la contradicción que se hace presente en todo ser humano le advertía una y otra vez que si quería ser campeón , debía manejar los autos Ingleses, pese que las flores en la tumba de Jim Clark, todavía estaba frescas.
Pero lo que casi ninguno de los pilotos que corrían para Lotus o para Chapman sospechaban, es que este “Genio Maldito” de la Fórmula 1, en su afán de llevar sus autos a la máxima velocidad posible empujaba los componentes de sus autos al límite de la resistencia.
Colin era así, manipulador, maquiavélico, al punto de obligar a su piloto Jochen Rindt salir a clasificar en Monza con un auto sin carga detrás, así, le diría Chapman:
“El auto al ir libre ganará 800 rpm”.
Lo que era una velocidad bestial sobre todo cuando el monoplaza era llamado a frenar y la trompa buscaba violentamente de Izquierda a Derecha en su afán el tren delantero de agarrarse a la pista
La primera reacción de Rindt fue negarse:
“Sería una locura, llegaría al final de la recta a más de 330 kmh.
A lo que Colin le aclaró:
“Si Miles va, vos también”.
La experiencia de John Miles fue aterradora”
“Colin me mandó a la pista sin los alerones. Quería disuadir a Jochen que él también lo haga. Nunca manejé un auto de carrera tan horrible en mi vida. Era muy, muy inestable y se sentía que la cola se levantaba, simplemente, ese auto era una cosa malvada”.
La historia es conocida, Jochen en su segundo giro lanzado y a más de 330 Km/h perdió el control del auto quizás por la excesiva velocidad y falta de adherencia en el tren trasero a causa del faltante del alerón, quizás por frenar excesivamente y resentir el castigado tren delantero, eso quizás nunca lo sabremos, pero podemos leer lo que declaró Denny Hulme quien marchaba detrás.
“Jochen me pasó a la entrada de la recta trasera y yo iba diez metros atrás suyo cuando frenamos a 190 mph a 150 metros para doblar en la Parabólica. Repentinamente el Lotus salió disparado para un lado, después para el otro, y se clavó contra el guard-aril, a la izquierda. Pareció explotar en una nube de polvo. De golpe me ví esquivando pedazos de auto y una rueda suelta. Acabó en un instante”.
“Considerando que, sin spoilers ni alerones el auto tenía muy poca downforce, empezó a acelerar demasiado pronto. Seguramente los neumáticos no se habían calentado lo suficiente, y los frenos no estaban balanceados a causa de la falta del alerón. Creo que la primera vez que pisó realmente con fuerza el freno, el auto se descontroló completamente”.
Otro de los puntos a tener en cuenta, era el equipo privado de Rob Walker, equipo que participaba en la Fórmula 1 durante los años 1953 y 1970 comprando los obsoletos Lotus de Chapman y alquilándolos a pilotos que no tenían asiento, esos autos los corrían tal cual salían de la fortaleza de Surrey, Inglaterra, solamente por una cuestión lógica se les cambiaba el color.
Rob, jamás modificaba nada en sus autos, ya que no lo consideraba necesario, pero eso cambió en el año 1962 por dos casos particulares.
Uno fue el del Rodesiano , Gary Hocking, campeón mundial de 500cc en la temporada 1961, quien luego de retirarse de las dos ruedas quiso probar suerte en el automovilismo, encontrando la muerte en el circuito de Westmead, en Sudafrica, allí, mientras probaba su Lotus privado con miras al GP de Kyalami , el extremo de dirección se soltó en plena recta provocando un terrible accidente contra el Guar-Rail con características similares a la de Rindt, Hocking murió en el acto.
El otro caso fue el de Ricardo Rodríguez, también en 1962, con vísperas a disputar el GP de su casa, la organización preparó un GP inaugural sin puntaje que muchos equipos decidieron no asistir por falta de motivación, al quedarse sin su Ferrari, Ricardo aceptó la oferta de Rob Walker para conducir su Lotus 24 equipado con un potente motor Climax, cuando circulaba por la peraltada que hoy lleva su nombre, nuevamente la suspensión delantera cedió lanzando el bólido sin control contra las defensas, Ricardo, prácticamente seccionado en dos, perdió la vida al instante.
A partir de esos dos hechos, prácticamente, todos los Lotus que se compraban a Chapman por parte de cualquier otro equipo privado, llámese Walker, Rebaque, etc, eran desarmados íntegros y se reforzaban el tren delantero, porta-mazas y parrillas de suspensión, de hecho, muchos elegían comprar Lotus modificados, que eran más seguros que los débiles originales.
En una nota previa hemos descubierto el poco interés que despertaba Ronnie Peterson en Chapman, quien al darse cuenta que el piloto Sueco dejaría la escudería en el año 1979, asistió al GP de Monza sin el auto muleto de éste, cuando sucedió el accidente de Ronnie en la tanda matutina, no le quedó otra opción que tomar el viejo y obsoleto Lotus 78 auto que, según testigos, mientras se alineaba en la parrilla de salida, todavía tenía los inyectores sucios de polvo.
Era imposible que Ronnie largue el GP de manera tan mal, quedándose trabado en medio del pelotón y siendo víctima del accidente que todos conocemos.
Ese fue el último acto del Genio y Malvado Colin, un hombre enigmático hasta el día de su muerte, inclusive hasta su propia muerte, muerte que hasta el día de hoy está rodeada de un aura de misterio, quizás, Chapman, acostumbrado a manipular todo, manipuló su propia muerte…¿Quién lo sabe?
En los años 80 Colin había entrado en negocios con el empresario norteamericano John DeLorean para construir un auto deportivo de última generación en una empresa que sería financiada por el Gobierno Británico, cuya inversión, según se habla, terminó en los bolsillos de DeLorean y Chapman.
Oficialmente, se comunicó que Chapman había fallecido, a solo 54 años de edad, el 16 de diciembre de 1982, debido a un paro cardíaco. Una noticia que sorprendió a todos, pues poco antes le fue efectuado un riguroso control al corazón por pedido del Lloyd’s de Londres para su seguro de vida y la renovación de su licencia de piloto. Apenas unas pocas horas después, Emerson Fittipaldi y Mario Andretti, sus campeones mundiales, pidieron asistir al sepelio. Se les contestó que el cuerpo ya había sido enterrado en un remoto cementerio de Wymondham. Después, silencio total.
Algún imaginativo sostiene que su muerte fue inventada y que tras hacerse una cirugía plástica se radicó en Brasil, donde hasta asistió a algún Gran Premio en Interlagos, para morir de verdad a comienzos del siglo actual.
Otros sostienen que, poco antes del 16 de diciembre de 1982, fecha en que se oficializó su muerte, hubo un depósito a su nombre de 18 millones de dólares en una cuenta bancaria de Panamá, paraíso fiscal hoy de moda por los “Panamá Papers”, que en caso de estar vivo le habría costado en el Reino Unido una causa fiscal con no menos de 10 años de cárcel.
No lo sabemos y tal vez, no lo sepamos nunca, lo cierto es que este enigmático personaje de la Fórmula 1, ambicioso como pocos y talentoso como ninguno, vivió su vida de la misma manera que construía sus autos de F1, siempre al filo del desastre.