El holandés se despegó rápidamente de sus perseguidores y se impuso en Montmeló. Los Mercedes de Hamilton y Russell le dieron un podio al renovado W14. Como en Mónaco, Verstappen arriesgó nuevamente una victoria asegurada.
Max Verstappen no deja ni un pequeño resquicio para la emoción. Cuando está inspirado en un fin de semana arrolla todo lo que encuentra a su paso. Y el Gran Premio de España no fue la excepción. El líder del campeonato dominó a su antojo en Montmeló y delegó el interés en la carrera en los otros dos escalones del podio que fueron para Mercedes.
Carlos Sainz intentó desafiar al Red Bull en la línea de partida. Verstappen cerró bien hacia su derecha para ganar la cuerda pero el español se jugó al ataque por el exterior en la curva uno. Solamente la superioridad de potencia del RB19 sobre la Ferrari impidió a Sainz dar el batacazo ante su gente.
Lando Norris, quién sorprendió con un tercer lugar en la clasificación, quiso mantener a raya a Lewis Hamilton. Cuando el siete veces campeón le ganó la posición, el de McLaren tiró un contraataque por el interno de la curva 2 pero el ala derecha rozó el neumático posterior izquierdo del Mercedes. Hamilton no sufrió pinchadura y perdió algunas posiciones. Mientras que Norris debió ingresar a boxes para cambiar el morro y ver dilapidada su carrera.
Antes de cumplirse cinco vueltas Verstappen le había sacado dos segundos de diferencia a Sainz. Tercero, y aprovechando el incidente Hamilton-Norris, aparecía Lance Stroll. El otro Aston Martin, el de Feranando Alonso, quedó encasillado por mantener la sexta posición -algo a lo que no estábamos acostumbrados a ver desde el inicio de la temporada-.
Por primera vez en el campeonato los coches de Silverstone se mostraron vulnerables ante los Mercedes. George Russell superó sin dificultad a Alonso mientras que Hamilton, sin daños por el incidente con Norris, desplazó a Stroll de la tercera posición.
Los W14 retrasaban la degradación de los neumáticos blandos, lo que permitió a la dupla británica estirar su vida útil -calculado, según Pirelli, entre 18 y 20 giros-. En cambio, la Ferrari de Sainz –Charles Leclerc partió desde el fondo por cambio de caja y tenía otra estrategia- comenzó a perder ritmo desde la vuelta doce y fue llamado al box en la quince. Maranello apostó al undercat contra Hamilton pero la continuidad en pista del Mercedes anuló el plan.
Todos los equipos aplicaron más de dos detenciones. Esto posibilitó varios cambios de posición en un circuito con fama de poco rebase. Pero estaba el interrogante si la lluvia se presentaría durante la carrera. Esa incógnita quedó resuelta en los primeros giros cuando los reportes descartaron la caída de precipitaciones antes de la bandera a cuadros.
Verstappen corría en solitario. Hamilton y Russell buscaban asegurar el podio a su nuevo-viejo coche. Sainz y Ferrari comprendieron que no tenían armas para atacar a los Mercedes. Stroll y Alonso no podían avanzar más allá de la sexta posición.
Solamente Sergio Pérez y Charles Leclerc lograban escalar posiciones. El hecho de tener vehículos más rápidos que sus rivales en la mitad del pelotón permitieron el paso a dos corredores urgidos en la necesidad de recuperar el terreno perdido, por errores propios y ajenos, durante el fin de semana.
Los Alpine tuvieron una dura batalla contra el AlphaTauri de Yuki Tsunoda y el Alfa Romeo de Zhou Guanyu. Esteban Ocon y Pierre Gasly defendían los puntos para Enstone frente a dos pilotos que fueron muy agresivos en ataque. Principalmente el chino, algo que no es habitual y fue una grata sorpresa en España.
La pelea en ese grupo dejó al nipón con las manos vacías. A falta de pocas vueltas, Tsunoda sacó a Zhou de pista en la curva 1 y los comisarios le aplicaron cinco segundos de recargo más un punto de penalización.
Con la carrera prácticamente definida a favor de Verstappen y la dupla de Mercedes, las miradas se posaron en la lucha de Gasly y Leclerc por la décima posición. El francés pudo resistir a la Ferrari del monegasco y se quedó con el último punto en juego.
El líder del campeonato cruzó la meta sin inmutarse. Las felicitaciones del box, tanto de Christian Horner como de su ingeniero Gianpiero Lambiase, parecían una mera formalidad; como si fuera una rutina de oficina. Todo lo contrario en Mercedes donde fue una fiesta. Hamilton y Russell hicieron 2-3 en el verdadero estreno del nuevo W14.
Para Brackley fue un alivio porque era su última esperanza de mejorar el auto con una renovación casi integral. Pero hay que hacer una aclaración, el Circuit siempre cayó muy bien a los monoplazas de Mercedes. Incluso, la temporada pasada, fue uno de los pocos escenarios donde funcionó el inefable W13: Russell tercero y Hamilton quinto.
Max Verstappen no solamente se llevó 26 puntos -sumó la vuelta rápida- y una ventaja de 53 unidades en el campeonato sobre Sergio Pérez -terminó cuarto-. También se va de Montmeló con la anécdota de haber recibido tres advertencias por excederse del límite de pista en la curva 5 con veinte segundos de diferencia con respecto a sus perseguidores. Hace una semana, en la crónica del Gran Premio de Mónaco, Fanat1cos advirtió sobre la obsesión del holandés por seguir a fondo cuando tiene todo bajo control.
Nuevamente puso en peligro una carrera que tenía en el bolsillo. Hace siete días derrapó en Monte Carlo y rozó las defensas. En España estuvo al borde de una penalización. ¿Christian Horner seguirá permitiendo que Verstappen arriesgue innecesariamente sólo porque quiere ser el más rápido? Habrá que esperar hasta Canadá.