El McLaren voló en Montmeló y superó por 20 milésimas al holandés con un Red Bull que recuperó el ritmo. Los Mercedes desplazaron a las Ferrari a tercera línea.
El británico Lando Norris le arrebató la pole a Max Verstappen por solo 20 milésimas. En un duelo a cara de perro, el de McLaren voló en Montmeló para desplazar al Red Bull que se reencontró con la fiabilidad.
La batalla por la Q3 tuvieron seis protagonistas. Aparte de Norris y Verstappen, también se apuntaron a la cita las Ferrari de Carlos Sainz y Charles Leclerc. Y si faltaban más contendientes, se sumaron dos invitados de útima hora: los Mercedes.
Los de Brackley venían anticipando desde la Q2 que estarían en la pelea. El Circuit, que en el pasado fue uno de los trazados por excelencia en sus años de dominio, los W15 mejoraban su ritmo a medida que avanzaba la Qualy.
La definición por el rimer lugar fue decantándose con el mínimo error en el último stint. Un mal Sector 1 dejó sin posibilidades a Sainz. Mientras que Leclerc tiraba a más no poder con el SF-24 y solo pudo superar a su compañero por cinco milésimas.
Max Verstappen pisaba a fondo. El Red Bull, que durante la jornada del viernes tenía problemas de adherencia, se volvió confiable y arrollador como en los viejos tiempos. El registro de 1:11.403s parecía imbatible y todos daban por hecho que la pole quedaría en manos del holandés.
Pero Norris aún estaba en pista y sus parciales destrozaban los cronos. El record en el Sector 2 puso contra las cuerdas a Verstappen. Al cruzar la meta, el británico volvió a ser la su Bestia Negra y el box de McLaren lo celebró como un campeonato.
El equipo papaya ni siquiera se asustó con los Mercedes que estaban con vuelta abierta. Los parciales de Hamilton y Russell no peligraban la pole. El objetivo de Brackley apuntaba a otra dirección: las Ferrari. Los W15 superaron a los de Maranello por 30 milésimas, desplazando a Leclerc al quinto lugar y Sainz al sexto. Y en el duelo interno, Hamilton se quedó con la tercera posición por dos milésimas sobre su compañero.
La leve baja de temperatura en la zona de Montmeló posibilitó un menor desgaste del neumático. Además, la Sprint Race de F2 dejó una huella de goma que facilitó más el agarre. Era la combinación ideal para una rápida evolución de la pista que se reflejó en la tabla de tiempos.
Otra detalle de la Qualy fue el salto de los Alpine. La escudería francesa alcanzó el Top Diez con la P7 de Pierre Gasly y la P9 de Esteban Ocon. Las mejoras y la quita de peso al A524 están surtiendo efecto en un coche que penaba unas fechas atrás.
La contracara fueron los RB. Yuki Tsunoda y Daniel Ricciardo cayeron en la Q1. El equipo de Faenza cortó una seguidilla de buenos resultados en clasificación. El australiano nunca pudo encontrar el ritmo en la Q1 y el japonés, habituado a superar el primer corte, quedó desconcertado con la eliminación.
Pero si hay que rescatar el esfuerzo ante un imposible, ese mérito es de Fernando Alonso. El español, en su vigésimo Gran Premio de España, nunca tiró la toalla para llegar a Q3. Giró hasta los límites con un coche de bajo rendimiento como el AMR24. Quedó a 19 milésimas de superar a Ocon por el último lugar del corte de Q2. El públicó ovacionó al español por el intento. No hubo milagro, pero los aficionados españoles siempren tienen un regalo extra de Magic Alonso.