Lejos de toda polémica, el español siente que hay una generación que no entiende el deporte. “Son más como un tipo de fanático del fútbol, donde solo siguen los resultados”, señala con crudeza.
En Argentina hay una expresión muy popular que se utiliza cuando una celebridad pasa rápidamente del éxito al fracaso: “La gloria y Devoto”. La primera parte habla de un triunfo rutilante que lo catapulta a los primeros planos, a la fama y los aduladores de turno. El segundo término, “Devoto”, refiere a una cárcel de los suburbios de Buenos Aires dónde eran alojados los jugadores de fútbol expulsados de los partidos entre 1968 y 1972. El dicho se podría explicar como el paso vertiginoso, de un extremo a otro, en la vida cotidiana.
Fernando Alonso Díaz, 40 años, nacido el 29 de julio de 1981 en la ciudad española de Oviedo -capital del Principado de Asturias-. Corrió 344 Grandes Premios de Fórmula Uno. Hasta el momento logró 32 victorias, 98 podios, 22 poles y 23 récord de vuelta. En 2005 y 2006 tocó el cielo con las manos conquistando la corona mundial. Dio pelea con Renault a un Michael Schumacher, todavía en su plenitud, en un equipo Ferrari bajo el liderazgo de Jean Todt y la sapiencia de Ross Brawn. Se enfrentó en McLaren a un irreverente imberbe Lewis Hamilton apadrinado por Ron Dennis. Regaló peleas memorables con otros campeones como Kimi Räikkönen, Jenson Button, Sebastian Vettel y Nico Rosberg. Sin embargo, con estos pergaminos, el español no se siente valorado por la nueva generación de aficionados.
“Cuando hacés un buen fin de semana, parecés Dios. Y cuando hacés un mal fin de semana, sos demasiado viejo, o demasiado joven o lo que sea”, reflexiona en su adaptación personal de la frase “La gloria y Devoto”. Alonso se despacha con sinceridad al portal The Race. No se preocupa que sus dichos se conviertan en grandes titulares en todos los medios de comunicación del planeta. ¿Por qué debería ser moderado? En definitiva es una verdad que pocos remarcan y muchos, por ignorancia o escudados en el principio de lo políticamente correcto, callan. Es una realidad que hace tiempo se observa en el mundo de la Fórmula Uno: la omisión de la línea histórica anterior a la era híbrida.
Alonso aclara que no quiere ser irrespetuoso con esta nueva camada de fanáticos. Pero remarca que poco saben de la categoría. No lo dice en el artículo pero mucho tiene que ver la serie “Drive to Survive”, el principal anzuelo de Liberty Media para captar, vía Netflix, nuevos seguidores. La irrealidad del documental fue moldeando una afición más pendiente del resultado que el seguimiento de un piloto en particular -algo que es distintivo del automovilismo-. “Creo que los fanáticos que tenemos ahora son nuevos fanáticos y, en cierto modo, y no quiero faltarles el respeto, pero no saben mucho sobre la Fórmula Uno”, define.
“Simplemente son más como un tipo de fanático del fútbol, donde solo siguen los resultados, quien gana hace lo mejor. Y quien sea el último no es nivel Fórmula Uno”, remarca y explica: “No entienden mucho sobre el rendimiento del automóvil y el paquete que necesita. Así que estás en una especie de montaña rusa de sentimientos, de percepción, de lo que la gente siente por ti”.
Se pone como ejemplo. Señala que muchos desconocen lo que hizo en la categoría y solo ven un piloto veterano que pelea en el medio pelotón con el modesto Alpine. “Ahora, también, hay una nueva generación de fanáticos que no estaban allí en 2006, cuando gané el campeonato, o no estaban en 2012, cuando estaba en Ferrari luchando por el campeonato”, comenta.
“Hay un 50% de espectadores nuevos. Nunca vieron a Alonso pelear por podios y victorias. Así que ahora regresás, y no es como ‘¿quién es este tipo?’, sino ‘¿qué está agregando al deporte?’. Fines de semana como Canadá o la segunda parte del año pasado, creo que pueden sentir que todavía puedo agregar algo al deporte”, se pregunta y se responde así mismo.
La Máxima Categoría, El Gran Circo, La Categoría Reina; son motes que se ganó la Fórmula Uno por su propio peso histórico. Desde 1950 ofrendó al mundo sus más ilustres hijos. Desde campeones como Juan Manuel Fangio, Jim Clark, Jack Brabham, Gragham Hill, Jackie Stewart, Emerson Fittipaldi, Niki Lauda, Alain Prost, Nelson Piquet, Ayrton Senna, Michael Schumacher, el propio Alonso, Sebastian Vettel, Lewis Hamilton o su actual monarca MaxVerstappen. De ganadores natos que dictaron Master Class en los circuitos como Stirling Moss, Peter Collins, Tony Brooks, Dan Gurney, Bruce McLaren, Denny Hulme, Pedro Rodríguez, Clay Regazzoni, Carlos Reutemann, Ronnie Peterson, Jacques Laffite, Gilles Villenueve, Michele Alboreto, Gerhard Berger, David Coulthard, Rubens Barrichello, Juan Pablo Montoya o nuevos valores como Charles Leclerc. Son solo algunos ejemplos, la lista es larga. Pero ese caudal de nombres ilustres se esfuman en la “Generación Híbrida” y los más ortodoxos se sienten identificados con la definición de Alonso: “Ya no existe una cultura adecuada de la Fórmula Uno”.