Cuidemos a Mick

Cuidemos a Mick

La llegada de Mick Schumacher a la Fórmula 1 era la noticia más esperada de 2020. El alemán tendrá dos enormes desafíos: demostrar su calidad como piloto y despegarse de las presiones por ser el hijo de una de leyenda del automovilismo mundial.

 

 

 

 

El anuncio oficial de la escudería Haas sobre la incorporación de Mick Schumacher como piloto titular para la temporada 2021 era la noticia más esperada por toda la afición de la Fórmula 1. Su graduación en la F2, ser miembro de la Ferrari Driver Academy y el arribo a la escuadra norteamericana; lo catapultó a un temprano estrellato que tanto él como su entorno deberán administrar para que no se vuelva en contra.

 

Mick es consciente del enorme legado que dejó Michael Schumacher en la F1. Al momento de sentarse en la butaca del Haas, deberá trazarse dos objetivos: demostrar que llegó a la máxima categoría por sus cualidades conductivas y despegarse rápidamente de la sombra de su padre.

 

 

Michael y Mick. Un momento padre e hijo en el box de Mercedes.

 

 

No es fácil ser hijo de una figura consagrada y más si tomó la decisión de continuar sus pasos. El automovilismo, dentro del mundo de los deportes, es el ámbito donde más se explotan las odiosas comparaciones. Ejemplos sobran.

 

Si comenzamos a revisar estos 70 años de Fórmula 1 encontraremos más fracasos que éxitos entre los hijos de los campeones. Solamente tres pilotos lograron emular a sus progenitores y escribir sus nombres en el cuadro de honor: Damon Hill (1996), Jacques Villenueve (1997) y Nico Rosberg (2016).

 

Es verdad que hay que hacer una salvedad en el caso del canadiense. Su padre, el recordado Gilles, nunca fue campeón. Pero dejó una huella muy profunda en la afición (principalmente en los Tifosis) que hasta el día de hoy goza de una idolatría casi religiosa.

 

 

 

Mick con la copa de Campeón de F2. Graduación y salto a Haas.

 

 

En cambio, en la lista de los pasos en falso, queda a la vista que no siempre la gloria paterna pudo ser continuada por sus vástagos. Jack Brabham fue campeón completo en todos los órdenes (piloto, constructor y animador de la década del ’60). Sus hijos David y Gary a duras penas pudieron correr un puñado de Grandes Premios a principios de los ’90.

 

Michael Andretti llegó a McLaren en 1993 respaldado por su exitosa campaña en la IndyCar. Nunca logró sacarle jugo al MP4/8. Mientras Ayrton Senna peleaba el título con Alain Prost (a la postre el campeón), el hijo del legendario Mario acumulaba abandonos y malos rendimientos que llevó a Ron Dennis a prescindir de sus servicios a falta de tres fechas para el final de la temporada. Como si fuera una broma cruel de los Dioses de la F1, en Monza, su último Gran Premio, lograría su mejor resultado: tercero.

 

No vamos a repasar la exitosa carrera de Prost. El Profesor, con sus cuatro títulos, tiene ganado un lugar de privilegio en el Olimpo de los grandes de la Fórmula 1. Su hijo, Nicolas, no tuvo el mismo camino. Su llegada a Renault en 2010, como piloto de pruebas, fue bien recibida por la afición. En cuatro temporadas no avanzaría más allá de Tester (primero en la escudería francesa y luego de Lotus).

 

En este repaso no podían faltar los escándalos. Nelsinho Piquet no logró la gloria en la Máxima Categoría, pero emuló a su padre en la verborragia que lo caracterizó. Antes de finalizar su vínculo con Renault en 2009 (tras dos temporadas para el olvido) destapó el “Singapurgate”. Denunció que en 2008 su ingeniero lo presionó para que, en plena carrera, colisionara adrede en la curva 17 del Marina Bay para forzar la salida del Safety Car. Esa maniobra favoreció a su compañero Fernando Alonso que, previo al accidente, había cambiado cubiertas y saltó del 15º lugar a liderar hasta el final cuando sus rivales debieron realizar sus paradas programadas.

 

El otro escándalo se dio fuera de los circuitos y lo tuvo de protagonista al hijo de Jody Scheckter. En 2001, Jaguar despidió a Tomas (entonces piloto de pruebas) luego que la policía lo detuviera, en la localidad inglesa de Northampton, tras ser sorprendido en su vehículo particular con una prostituta practicándole sexo oral.

 

Mick manejando en Mugello la F2004 que le dio el séptimo título a su padre. Una Ferrari está escrita en su futuro.

 

 

 

Ahora nos deberíamos preguntar cómo afectaría estos antecedentes en la llegada de Mick Schumacher a la Fórmula 1. En nada. Solo es un repaso de distintas vicisitudes que atravesaron los hijos de campeones que, en su momento, no pudieron escapar de las comparaciones. Algunos pudieron superar la vara y sobresalir. Otros cayeron en el intento.

 

Los aficionados, la prensa y el mundo de la F1 tienen que ser cuidadosos en el seguimiento de la incipiente carrera del joven alemán. Mick es talentoso y en su etapa de formación demostró que tiene las condiciones necesarias para ser, a futuro, un animador en el Gran Circo. En Maranello lo intuyen y por eso lo ficharon rápidamente en su programa de jóvenes pilotos.

 

El destino le tiene preparado a  Mick una Ferrari. Para llegar a esa cúspide debe construir su propia personalidad y poner un freno cada vez que le recuerden lo que hacía su padre. Los primeros kilómetros sarán difíciles, el Haas no ayudará mucho. Si aprovecha su estadía en el equipo norteamericano como una etapa de aprendizaje y el mundo de la F1 evita presionarlo, se terminará de moldear el piloto que todos esperan que sea. Cuidémoslo.