Este fin de semana se cumple un nuevo aniversario del natalicio de Juan Manuel Fangio. Un breve repaso por la vida y el legado del Quíntuple.
Hace 112 años, en el seno de una humilde familia de inmigrantes italianos, en la localidad argentina de Balcarce, nacía Juan Manuel Fangio. Hijo de Herminia Déramo y Loreto Fangio, el Chueco abrazó de muy pequeño la pasión por los motores cuando, siendo un estudiante de escuela primaria, ingresó a un taller mecánico. Desde ese instante no se alejó de los fierros.
En 1924, después de abandonar los estudios, comenzó a trabajar como ayudante en el taller de Miguel Viggiano. Era un corredor local y allí aprendió varios de los secretos que rodeaban a los motores siendo el primer paso en el camino que lo llevaría a ser una leyenda del automovilismo mundial.
Luego de una dilatada trayectoria en el ámbito local nacional -destacándose en varias categorías incluido el Turismo de Carretera-, en 1949 tiene la oportunidad de competir en Europa. Gracias al financiamiento de Automóvil Club Argentino (ACA) comenzó a sumar éxitos y es contratado por Alfa Romeo al año siguiente. Con 38 años corrió en el naciente Campeonato Mundial de Pilotos organizado por la Federación Internacional del Automóvil (FIA). En la primera temporada, de lo que luego se llamaría Fórmula Uno, logra el subcampeonato detrás de su compañero Giuseppe Farina.
Lo que vino después ya es historia conocida por todos. El primero de sus cinco títulos llegaría en la siguiente temporada con el Alfa 159 -la entrañable Alfetta-. Sin embargo, 1952 fue el año más difícil para el argentino. Un grave accidente en Monza casi le cuesta la vida y no pudo participar de la temporada para recuperarse de las fracturas en las vértebras.
En 1953 regresa a las pistas y logró el subcampeonato mundial con una Maserati detrás de su amigo y compinche Alberto Ascari y su imbatible Ferrari 500 de 2.0 litros. Pero 1954 sería el inicio del dominio absoluto del balcarceño. Ganaría cuatro títulos consecutivos que, sumado al lauro de 1951, significó un récord que al día de hoy no pudo ser batido: campeón con cuatro marcas distintas –Alfa Romeo, Mercedes Benz, Ferrari y Maserati-.
Con diez temporadas corridas -incluyendo la europea de 1949- y habiendo dado cátedra en cada una de ellas, se retiró al finalizar el Gran Premio de Francia de 1958. La anécdota fue contada varias veces por el mismo Fangio. Al notar que su Maserati 250-F no se encontraba estable, el jefe de mecánicos le reveló que el coche tenía componentes aportados por una fábrica que pagó para que sean publicitadas. Al ver el sentido comercial que se convertía el deporte y sus rivales eran más jóvenes -tenía 48 años-, meditó en las largas rectas del circuito de Reims y decidió poner punto final a su carrera.
El Chueco de Balcarce dejó escrito páginas memorables de la historia de la Fórmula Uno. Sus números siguen asombrando. Además de ganar cinco títulos con cuatro marcas diferentes, ostenta el mejor promedio de victorias: 46,06 por ciento -24 triunfos sobre 51 presentaciones-. También los porcentajes de efectividad se extiende a sus 29 poles (casi el 57 por ciento), 23 vueltas rápidas (45,10 por ciento) y 35 podios (68,63 por ciento). Números asombrosos. Pero el legado de Juan Manuel Fangio no fueron sus logros, fue su enseñanza:
“Solo el que aprende a no bajar los brazos está listo para levantar una copa”
Respetado y admirado por todas las generaciones. Desde sus rivales hasta quiénes nacieron cuando ya era una leyenda. El hombre, el piloto, el ídolo eterno… El Maestro.