Murray Walker (1923-2021) no fue solamente el relator de la Fórmula Uno para la televisión británica. Se convirtió en un modelo a seguir por periodistas de todo el mundo y una leyenda que logró escribir su nombre en la historia de la Máxima Categoría.
Hay personajes que lograron un lugar en la historia de la Fórmula Uno sin la necesidad de conquistar la corona mundial, ganar un Gran Premio o construir máquinas que revolucionaron una época. Ni siquiera se sentaron en un monoplaza. Solamente desplegaron su talento en el campo que dominaban para ganarse el respeto de pilotos, constructores, directivos y aficionados. Murray Walker fue uno de ellos.
Durante 23 años fue la voz de la Fórmula Uno para la televisión británica. No importaba en qué parte del mundo se instalara el Gran Circo, Walker siempre estaba para llevar a sus compatriotas la acción y emoción de un Gran Premio.
Sus transmisiones, primero para la BBC y luego para ITV, trascendieron las fronteras del Reino Unido. Su profesionalismo fue un espejo para miles de periodistas de todo el mundo. Walker era un modelo a seguir.
Cada Gran Premio lo preparaba con seriedad. Lo estudiaba a fondo. En épocas que no existía internet (y mucho menos las laptops o tablets) actualizaba a mano todas las estadísticas, el historial y los tiempos. Hoy tenemos toda esa información disponible en una app.
Investigaba con profundidad el país y la localidad donde se corría. No se le escapaba ningún detalle. Indagaba los orígenes de los pilotos, constructores e ingenieros. Armaba meticulosamente la transmisión. La audiencia y sus colegas lo consideraron una auténtica enciclopedia sobre la Fórmula Uno.
Su dicción y el fino arte para manejar los tonos de voz marcaban los momentos altos y bajos de una carrera. Un relato exquisito que acompañaba a la perfección las imágenes que captaba la TV. Eso si, como todo mortal, cometía sus errores. Sus gaffes se convirtieron en un clásico de las transmisiones. No le molestaba que el público se burlara de sus metidas de pata; entendía que era parte del show.
Fue la BBC que lo ungió narrador permanente a partir de 1978 (había relatado algunos Grandes premios desde fines de los ’60). Gozó de excelentes analistas a su lado; pero, sin dudas, la dupla con James Hunt dejó una huella en la afición británica: Walker era la emoción y la cordura; James el análisis técnico y la crítica ácida.
Compartieron 13 temporadas que no estuvo exento de asperezas. Algún comentario desmedido de Hunt o los reproches porque el eterno playboy siempre llegaba a la cabina segundos antes del inicio de una transmisión eran moneda corriente.
Pese a las diferencias, siempre se profesaron un respeto mutuo. Incluso Walker le perdonó a Hunt más de una andanza que perjudicaba una transmisión. Aún es recordado en los pasillos de la BBC cuando se ausentó de la cobertura de Spa ’88 por quedarse en el hotel acompañado de dos señoritas.
Como Jack Lemmon y Walter Matthau en el cine; Murray Walker y James Hunt eran “La extraña pareja” de la vida real. Solo la repentina muerte de James, producto de un infarto en 1993, pudo separar una dupla tan díscola como atractiva.
Los años ’90 encontraron a Walker adaptándose a los permanentes recortes presupuestarios de la BBC. Las coberturas desde los autódromos se redujeron y debió transmitir algunas carreras desde Londres. Su pase a ITV, a mediados de esa década, causó conmoción y sorpresa entre los británicos. Era como si la máxima figura del Manchester United se pasara al Liverpool.
Al finalizar la temporada 2001 anunció su retiro de las transmisiones. Su merecido descanso lo distribuyó entre especiales para televisión o representar la imagen institucional de escuderías o marcas. Era habitual verlo caminar por los paddocks. A su paso recibía el saludo de las estrellas de la Fórmula Uno (tanto de las viejas glorias del pasado como los ídolos del presente). La Máxima Categoría siempre lo tuvo como uno de los suyos.
La letra fría de una enciclopedia dirá que nació el 10 de octubre de 1923 en Hall Green (Birmingham, Reino Unido) y falleció el 13 de marzo de 2021. Que se crió en el seno de una familia de ascendencia escocesa. Que a los 18 años fue reclutado por el ejército para pelear en la Segunda Guerra Mundial y finalizado el conflicto se retiró con el grado de capitán. Que en 1948 relató su primera carrera. Que Publicó varios libros. Y que le fue concedido la Orden del Imperio Británico por su labor en los medios de comunicación.
Fuera del protocolo enciclopédico agregaremos que su padre fue aficionado a las carreras de motocicleta y durante la guerra comandó un tanque Sherman. Fueron los dos anzuelos para atraerlo al mundo de los motores. El destino sabe como marcar el camino.
Descansa en paz…