La Doctrina Binotto

La Doctrina Binotto

El jefe de Ferrari impuso una nueva política distinta a los postulados que trazara Enzo Ferrari. En Silverstone se aplicó con firmeza la nueva regla: asegurar la victoria del Cavallino sin importar el orden jarárquico.

 

La victoria de Carlos Sainz se transformó en un objeto de estudio para los Tifosi y los expertos en Ferrari. El español desnudó, nuevamente, el problema del equipo con las estrategias para sus pilotos. Mónaco fue el primer reflejo de esto, dónde el propio Sainz tuvo que insistir al box con el cambio de neumáticos de piso mojado a seco -sumado al blooper ocurrido con Charles Leclerc-. El domingo pasado, en Silverstone, hubo otra serie de errores dónde el monegasco quedó con las manos vacías y su compañero subiendo, por primera vez, al escalón más alto del podio. Sin embargo, lo que podría interpretarse como yerros, se trataría de una nueva política dentro Maranello. Una doctrina que aplica Mattia Binotto que difiere de la que instauró el mismísimo Enzo Ferrari: el rol del Piloto Uno y el Piloto Dos.

 

Il Drake, en las pocas entrevistas que concedió después de 1970, siempre remarcó el papel que deben tener los conductores dentro del equipo. Sostenía que el Piloto Uno era el responsable de conducir a la Rossa al título mundial o, en su defecto, al podio en las épocas malas. Mientras que el Piloto Dos debe subordinarse en función al equipo para que el Piloto Uno alcance los objetivos.

 

Las cámaras de TV capturaron el momento que Binotto le explica a un enojado Leclerc las decisiones del equipo. (Imagen TV: F1TV)
Las cámaras de TV capturaron el momento que Binotto le explica a un enojado Leclerc las decisiones del equipo. (Imagen TV: F1TV)

 

Esta doctrina fue inalterable con Il Comendatore en vida y continúo bajo el techo protector de la familia Agnelli. Mauro Forghieri, Luca Cordero di Montezemolo, Jean Todt, Sergio Marchione y John Elkann -los sucesivos líderes en Maranello- sostuvieron la tesís de Don Enzo. Pero el último fin de semana se vio, explícitamente, un cambio en las reglas: mantener la victoria del equipo, a toda costa, por encima de las jerarquías.

 

Una vez finalizada la carrera, la imagen de Binotto conversando seriamente con un Leclerc disconforme, generó un sinfín de rumores en las tertulias de Fórmula Uno. Se habló de crisis interna entre el monegasco y el español; incluso, desconfianza de Leclerc hacía el equipo. El jefe de Ferrari puso freno a todas las especulaciones: “La decepción de Charles también es nuestra: ganamos y perdemos juntos. Nadie puede estar satisfecho con su resultado, porque Charles condujo de una manera extraordinaria y una vez más demostró su excepcional talento como piloto”.

 

En declaraciones publicadas por la revista italiana Autosprint, explicó por qué llamaron a Sainz en vez de Leclerc para el pit stop gratuito que permitió el Safety Car: “Llevaba neumáticos más nuevos [duros con 14 vueltas], si lo hubiéramos parado nuestros rivales habrían optado por la estrategia contraria y habrían ganado posiciones, además con neumáticos casi nuevos. Es la misma estrategia que usó Lewis Hamilton en la carrera de Abu Dabi el año pasado: no volvió a boxes”.

 

Sueña extraño el antecedente. Hamilton, con neumáticos viejos, fue superado por un Max Verstappen que aprovechó una detención gratis para calzar blandos. La historia es conocida: el británico resistió como pudo y hasta peleó algunas curvas pero el neerlandés se impuso, con caucho fresco y más suave, para cruzar la meta y quedarse con el título mundial. El domingo pasado ocurrió algo similar: Sainz superó con facilidad a su compañero y harían lo mismo, con algo más de lucha, Sergio Pérez y Hamilton.

 

Sainz, con gomas blandas y frescas, supera con facilidad a Leclerc tras el relanzamiento a diez vueltas del final. (James Sutton)
Sainz, con gomas blandas y frescas, supera con facilidad a Leclerc tras el relanzamiento a diez vueltas del final. (James Sutton)

 

“Al mismo tiempo -continúa Binotto-, con Carlos hemos optado por una estrategia contraria para no perder ninguna ocasión. Si no lo hubiéramos hecho, poniendo a ambos pilotos en la misma estrategia, nos hubiéramos arriesgado a perder la carrera; entregando literalmente la victoria a nuestros rivales”. Esta explicación señala a que apuntó Maranello: la victoria para el equipo sin importar que F1-75 llegara primero a la bandera de cuadros. En pocas palabras: garantizar el triunfo.

 

También se especuló que el español desobedeció la orden de mantener la distancia máxima de diez autos, al momento del relanzamiento, para no complicar a Leclerc. Como se vio en el reinicio, la diferencia fue mínima -menos de medio auto de distancia-. ¿Hubo desobediencia? El propio Binotto, como un juez que dicta sentencia, absolvió de culpa y cargo al vencedor de Silverstone: “Creo que Carlos estuvo muy bien. Incluso unas vueltas antes, cuando le habíamos pedido que invirtiera posiciones, lo hizo sin pestañear: este es el espíritu de Carlos y creo que en ese frente no hay nada que reprochar”.

 

Hay tres factores que exculpan al español de cualquier acusación de no acatar una orden de equipo. Primero, la explicación del por qué ingresó antes que Leclerc -había que asegurar la victoria-. Segundo, cuando se le pidió en la vuelta 31 que cediera la posición, porque no bajó el tiempo de vuelta a 1:32.2 y el monegasco tenía mejor ritmo, no objetó y cumplió la orden. Y tercero, fue el propio español que hizo recapacitar al Pit Wall cuando le preguntaron -en clave de orden- si podía mantenerse a diez autos de distancia. “Por favor, no preguntes estas cosas. Por favor. Por favor. Deja de inventar. Deja de inventar. Yo también estoy bajo presión”, fue la respuesta de Sainz a su ingeniero. El español tenía razón. Hamilton -tercero- y Pérez -cuarto- también hicieron una parada gratis y recurrieron a la misma estrategia: gomas blandas para terminar la carrera.

 

Si fusionamos los factores uno, dos y tres, nos encontramos que Ferrari tomó una decisión en base al equipo y no a sus pilotos. Hizo una apuesta arriesgada con Leclerc pero, como era previsible, este se derrumbó por el desgaste de los neumáticos. Sainz fue la carta que jugó la Scuderia para que el lunes se colocara la tercera bandera roja con el escudo del Cavallino -símbolo de una victoria- en la entrada de las oficinas de Gestión Deportiva en Maranello.

 

Enzo Ferrari impuso una doctrina dónde el Piloto Uno es la prioridad y el Dos se subordina al equipo en función de su compañero. (Archivo / David Pipps, 1975)
Enzo Ferrari impuso una doctrina dónde el Piloto Uno es la prioridad y el Dos se subordina al equipo en función de su compañero. (Archivo / David Pipps, 1975)

 

Binotto confirmó con los hechos lo que venía pregonando desde el inicio de la temporada: anteponer el equipo por sobre los nombres. Posiblemente, la oscura temporada de 2020 influyó para dejar de lado la tradición ferrarista y aplicar su propia doctrina. “Para nosotros la prioridad sigue siendo maximizar el resultado del equipo. Las órdenes llegan solo cuando esto está en peligro”, explicó Il Ingegnere.

 

Esta inédita filosofía es un giro de 180 grados en la doctrina que trazó Don Enzo. En el pasado, Maranello, se desangró por rupturas como la de Gilles Villenueve y Didier Pironi por ordenes mal impartidas o decisiones injustas como la que padeció Rubens Barrichello cuando tuvo que entregar a Michael Schumacher una victoria que había construido con autoridad.

 

La Doctrina Binotto será la regla que regirá cada fin de semana hasta que Ferrari recupere, definitivamente, su poderío. Solo en ese momento regresará el juego de roles que impuso Il Comendatore.