En un apretado final, el monegasco le ganó la pulseada a Pérez y Hamilton. Verstappen tuvo que abortar su último intento porque no llegaba con el combustible suficiente para la revisión técnica. Alonso estuvo en la pelea por la pole.
Incertidumbre hasta el final. No es ninguna novedad en una clasificación, pero si agregamos que la definición ocurrió en una pista semi seca y que cinco pilotos -más un invitado de última hora- pelearon por el mejor lugar de partida, hicieron más atractiva la jornada de sábado en Singapur. Finalmente, el premio mayor, se lo llevó el último poleman que tuvo Marina Bay: Charles Leclerc.
El monegasco repitió la pole de 2019, la última vez que la Fórmula Uno corrió en el circuito callejero antes del parate obligado por la pandemia. A diferencia de aquel día, esta vez fue una apretada Q3 dónde el piso húmedo y la pericia de los pilotos fueron los protagonistas en la lucha por alcanzar los mejores puestos de partida.
Leclerc, Sergio Pérez y Lewis Hamilton –los tres primeros- quedaron encerrados en 0.054s; una diferencia mínima dónde se pudo apreciar las necesidades y el presente de cada uno. El de Ferrari volvió a demostrar que es el hombre de los sábados -aunque no pueda replicarlo el domingo-, el mexicano su habilidad para preservar el neumático y explotarlo en el momento indicado con un Red Bull inferior al de su compañero de equipo, y el británico aprovechando el secado de la pista para que el poco fiable Mercedes no pierda ritmo en un circuito que puede ayudar a los W13.
La clasificación comenzó con piso húmedo. Solo se imploraba que no hubiera un incidente que obligara una bandera roja. Alex Albon, Mick Schumacher y el propio Leclerc se despistaron pero regresaron a pista sin problemas. Otros pilotos como Max Verstappen y Hamilton tuvieron que corregir la trayectoria para evitar el roce con los muros.
En la segunda tanda la pista comenzó a tener sectores secos. Igual no era para fiarse y los equipos salieron a pista con los intermedios a la espera del valiente que apostara por los neumáticos slicks. Esa bandera la levantó Aston Martin cuando, a falta de cuatro minutos para el final de la Q2, llamaron a boxes a Lance Stroll y Sebastian Vettel para calzar gomas blandas. Era la señal que se aguardaba.
Todo indicaba que la Q3 depararía emociones; incluso, desde antes del incio. La ausencia de George Russell fue un golpe de escena. Sorpresivamente, el británico quedó eliminado en Q2 -algo que no le ocurría desde Miami- y dejaba a Mercedes solo con Hamilton en la lucha por la pole.
Si bien la pista se encontraba seca en gran parte de su extensión, las zonas húmedas jugarían un papel determinante. De los diez pilotos que salieron a buscar la primera colocación solo dos optaron por cubiertas intermedias –Kevin Magnussen y Yuki Tsunoda-, el resto fueron con slicks.
Hamilton quebró los relojes y se posicionaba al frente del clasificador en su primer intento. La vara que colocó el británico obligaban a Charles Leclerc, Carlos Sainz y Max Verstappen a jugarse en los sectores húmedos para desbancar al siete veces campeón. Cuando todo indicaba que sería una pelea entre cuatro, apareció un actor inesperado: Fernando Alonso. El español marcó vuelta rápida con el modesto Alpine y, si bien se mantuvo por unos segundos hasta ser desplazado por Leclerc, avisaba que pelearía por el Uno aprovechando las condiciones de pista.
El último minuto de clasificación fue una carga de adrenalina; tanto para los pilotos como para los aficionados. Leclerc conseguía la pole provisional y Pérez sorprendía con el segundo lugar a solo 0.022s. Hamilton tiró con fuerza pero quedó tercero. Sainz -cuarto- pisó a fondo pero no lograba mantener la estabilidad en las curvas húmedas. Y Alonso se mostró desafiante hasta el final: quinto.
Verstappen se jugó a todo o nada en el último stint. Arriesgó más de la cuenta para bajar el tiempo y en varios sectores debió corregir la trayectoria para no rozar los muros. Parecía que podía lograr la pole, pero el Pit Wall dio la orden de abortar e ingresar a boxes.
El neerlandés estalló de furia. Lanzó una catarata de insultos y exigía una explicación. ¿Qué ocurrió? Si daba un giro más, tras el stint, no le quedaría combustible suficiente para la muestra que toman los veedores de FIA -1,5 litros-. El error de cálculo en Red Bull lo dejó en el octavo lugar de la parrilla. Pero el yerro también podría arrastrar a su compañero de equipo. Pérez tuvo que detenerse en el primer sector y no entró por sus propios medios al parque cerrado -como indica el reglamento-. Al cierre de este artículo aún no había una investigación de los comisarios que pusiera en peligro el segundo lugar del mexicano.