El paso por Japón dejó al equipo de Grove en las horas más difíciles de su historia . El choque de Albon, que pilotaba el FW46 de Sargeant, dañó el chasis y debe ser reparado a contrareloj para llegar a Shangai. A la crisis por la falta de un tercer chasis se suman los gastos por las reparaciones.
Williams atraviesa la etapa más oscura en sus 48 años de existencia. La falta de un tercer chasis, que estaría disponible dentro de un mes, en la sexta fecha en Miami, le quitó el sueño a todo el equipo durante la estadía en Suzuka. Los peores temores en Grove se cumplieron: se marcharon de Japón con los dos monoplazas pendiendo de un hilo.
En la PL1 del viernes Logan Sargeant se estrelló en la curva Dunlop. El norteamericano corría con el FW46 reparado con el que Alex Albon se accidentara en Melbourne. James Vowles, el director del equipo, respiró aliviado al constatar que la carrocería no sufrió daños. Sin embargo, las averías en la caja de cambios y suspensiones obligó más gastos para cubrir las reparaciones.
Ese coche, que los supersticiosos podrían calificar de maldito, desnudó la cruda realidad de Williams. Destapó las carencias de un equipo que lucha por sobrevivir en la Fórmula Uno. Los aficionados, desde el instante que bajaron a Sargeant en Australia para que corriera Albon, le recuerdan a Liberty Media el absurdo No a Michael Andretti. La frase “No creemos que sea un participante competitivo”, con el que Stefano Domenicali cerró la puerta a Andretti Cadillac, acompañó todas las críticas en redes sociales al penoso papel de Grove.
Lo peor ocurriría el domingo cuando Daniel Ricciardo (RB) no vio que por su derecha asomaba Alex Albon y chocaron en la curva 3. El Williams del tailandés, que en realidad es el de Sargeant, porque el equipo cruzó los autos al no llegar a tiempo con la adaptación para sus respectivos pilotos, terminó incrustado entre las defensas. Cuando arribó al box el diagnóstico fue desolador: daños en la parte frontal del chasis.
“Le han tomado algunas fotografías. Veamos qué tan mal está cuando llevemos el [automóvil a la fábrica]. A mí me parece que se puede reparar, pero eso fue a través de imágenes tomadas”, explicaba Vowles. El director no sale del estupor. En quince días tuvo dos roturas de chasis en ambos monoplazas.
A pesar de los esfuerzos de Vowles por mantener la calma, puertas adentro temen no llegar a tiempo con los arreglos para la próxima fecha en Shangai. Grove es una bomba de nervios a punto de explotar.
Además, como era de esperar, preocupan los gastos que implican las reparaciones. Según informó el portal The Race, solo los dos accidentes de Albon generarían un desembolso de casi dos millones de dólares. La tormenta perfecta: escases de recursos materiales y monetarios. Demasiado para un equipo del fondo del pelotón. Y más triste en una escudería que supo alzar, en el pasado, nueve títulos de constructores y siete de pilotos.