Uno de los promotores admitió que los gastos fueron más elevados de lo calculado. “Tratamos de hacer todo lo posible para estar a la altura de la F1 y el tipo de evento que queríamos ofrecer”, se justificó.
En los Estados Unidos hay una regla de oro en los negocios: la inversión inicial tiene que dejar un margen de ganancias. Y si no se logra ese objetivo tratar que las pérdidas sean mínimas. Los promotores del Gran Premio de Miami olvidaron estos principios básicos. Tom Garfinkel, socio gerente del evento, admitió a la televisión alemana que la carrera generó cero ganancias y que las pérdidas fueron superiores a lo esperado.
Todo el show montado alrededor del Gran Premio, que llegó a opacar a la misma carrera, no fue gratis. También sumaron a la debacle financiera las dificultades de logística y los imprevistos que fueron surgiendo durante los tres días que el Miami International Autodrome cobijó a la Fórmula Uno.
“Si me hubieras preguntado hace seis meses, habría esperado que esto generara dinero en función de hacia dónde se dirigían los ingresos”, dijo Garfinkel a Sky Sports Deutschland.
El CEO y Vicepresidente de los Miami Dolphins buscó todos los argumentos posibles para convertir el traspié en un hecho benigno hacía el futuro. “Según fueron los gastos, no tendremos ganancias este año. Sin embargo, era muy importante para nosotros ofrecer un gran evento”. En cualquier compañía de los Estados Unidos, una excusa de este tenor, marcaría el final de un ejecutivo en el directorio.
“Los gastos -admitió- superaron con creces nuestras expectativas, pero ocurrió porque estábamos tratando de hacer todo lo posible para estar a la altura de lo que es la F1 y el tipo de evento que queríamos ofrecer”.
Miami fue un cúmulo de polémicas. Desde el elevado costo de las entradas hasta el estado de la pista. El prometedor circuito semipermanente decepcionó a pilotos y aficionados. Se cuestionó la seguridad y debió ser reparado el asfalto en dos ocasiones. Toda esa combinación implicaron gastos extras y disminución en las hipotéticas ganancias -si es que las estaban generando-.
Garfinkel justificó algunos de los gastos. Comparó la organización de otros Grandes Premios con lo ofrecido el último fin de semana: “En muchas carreras a las que vas, por ejemplo, si vas detrás de la tribuna, es solo de asfalto la zona donde están los baños y demás”. Y añade: “Pero en las tribunas del Beach Club hay césped por todas partes. Eso sirve para muchos propósitos. El primero, que el techo negro da calor y el césped hace que sea más fresco para las personas. Simplemente luce más limpio, se ve mejor”.
“Es costoso poner, yo qué sé, 120.000 metros cuadrados de césped. Pero queremos hacer las cosas bien. Así que continuaremos tratando de hacer cosas así”, sostuvo.
El CEO se escudó con algunas palmadas de aliento que recibió a lo largo de los tres días. “La respuesta -afirmó- ha sido muy positiva de los equipos, pilotos, F1 y FIA. Y por los comentarios que recibimos de los aficionados, está claro que hay algunas cosas que creo que podemos mejorar. Pero, para ser un evento que hacíamos por primera vez, creo que ha ido muy bien”.
Admite que hacen falta mejoras pero su prioridad será aumentar el aforo. Según la información proporcionada por el propio Garfinkel, se vendieron 82.500 entradas para el día de la carrera. Sin embargo, tiene un objetivo para 2023: “Me gustaría llegar a 100.000 personas al día. Si podemos alcanzar ese número el próximo año, lo haremos. Pero si no sentimos que podemos hacerlo y brindarles a todos una gran experiencia, lo haremos crecer más lentamente”
Ahora se sabe que las ganancias estaban destinadas a las arcas de los Dolphins. Lo que daría a entender que la franquicia de la NFL apostó por una nueva fuente de ingresos sin tener en cuenta que, para las plazas, la Fórmula Uno es una lotería dónde las pérdidas son más habituales que los réditos.
El contrato entre Liberty Media y los promotores de Miami se extiende por diez años. Una duda comenzó a sobrevolar en el aire: ¿Cuántas temporadas más podría sostenerse la carrera si el próximo año vuelve arrojar números negativos y afecta indirectamente a la economía de los Dolphins? En Wall Street hay una frase cuando se hacen malos movimientos bursátiles: “Las cuentas se pagan al final del día”.