El director de equipo de McLaren sostuvo que el objetivo siempre fue el campeonato de Constructores. “Incluso cuando había que apoyar a uno u otro piloto, siempre era secundario”, dijo luego de la victoria de Verstappen en Brasil.
La victoria de Max Verstappen el último fin de semana en Interlagos fue un duro golpe para las aspiraciones de Lando Norris por el título mundial. Las posibilidades de arrebatarle el cetro al de Red Bull se esfumaron en el segundo relanzamiento cuando se pasó en la frenada de la curva 1, cayendo a la séptima posición, mientras el holandés superaba a Esteban Ocon y se encaminó a una de las mayores hazañas que recuerde la Fórmula Uno.
En McLaren buscaron refugio en el consuelo de ser líderes del campeonato de Constructores. Aunque suena más a excusa para olvidar la amarga derrota bajo la lluvia de San Pablo.
Al menos, esa es la impresión que se desprende de las declaraciones pos carrera de Andrea Stella. El director de equipo señaló a la revista Autosport que la prioridad de Woking era el título de Constructores más que la corona de Norris. “Siempre fue nuestra prioridad. Incluso cuando había que apoyar a uno u otro piloto, siempre era secundario, y lo más importante era maximizar el campeonato de constructores”.
Cuesta creer que era el objetivo número uno teniendo en cuenta la superioridad del MCL38 con respecto al RB20. Desde la sexta ronda en Miami, los papaya comenzaron su ascenso al liderazgo mientras la escuadra de Milton Keynes comenzaba a naufragar. Solo las cualidades conductivas de Verstappen y su ambición ganadora, lograron que el frágil Red Bull se mantuviera en los puestos altos del clasificador cuando eran imposible las victorias.
Aun en desventaja, Max pudo sostener una diferencia por encima de los 50 puntos durante 15 carreras. Norris pudo quebrar la barrera recién en México, se colocó a 47 puntos y redujo a 44 en la Sprint de Brasil. Pero no se puede obviar que, entre Miami e Interlagos, se encadenaron una serie de errores, tanto de Lando como del equipo, que impidieron achicar la brecha.
Si la mayor equivocación del británico fue desperdiciar sus salidas como poleman -con excepción de Singapur-, el máximo yerro de Andrea Stella fue ordenar el cambio de posiciones en Hungría para que gane Oscar Piastri. A esa altura de la temporada, Norris, era el único rival de Max Verstappen. Esos siete puntos que le obligaron a resignar en el Hungaroring, y el debate interno sobre si McLaren tenía que posicionarse detrás de él, mostró un equipo atrapado en la confusión y sin estrategia para desbancar al líder del campeonato.
Stella descree que Norris “tuviera ninguna presión particular” por el título. “Matemáticamente todavía estamos en el campeonato [de pilotos], pero creo que por Lando y por Oscar iremos a las próximas carreras intentando ganar las carreras”, puntualizó remarcando el Plan B como alternativa al título mundial. Una corona que está ausente en Woking desde 2008 -lograda por Lewis Hamilton-, y que hace unas semanas celebraron los 50 años de la primera con Emerson Fittipaldi.
El ingeniero italiano se refugió en la filosofía de Frank Williams. Pero hay dos grandes diferencias entre su visión y la del recordado Sir Frank. Si bien su obsesión era ganar Constructores -por la gloria y los beneficios económicos-, no descuidó a sus pilotos si tenían la oportunidad de ser campeones. Fue una lección que aprendió a la fuerza cuando su equipo quedó atrapado en la feroz interna entre Carlos Reutemann y Alan Jones. La pelea, que dividió al box en dos bandos, terminó costándole el campeonato al argentino por un punto. Pese a ganar el título de equipos, comprendió que el prestigio de la marca -que no era otra que su apellido- se encontraba atado al piloto campeón.
La segunda diferencia es que Williams era el dueño. En cambio, Andrea Stella, reporta a Zak Brown -CEO de McLaren Racing– y éste al consejo de administración de McLaren Technology Group. Si hubiera sido director de equipo de Ferrari, Red Bull o en los tiempos de Ron Dennis, sería eyectado del puesto. Algo que nunca iba a ocurrir con el viejo Frank, él era su propio jefe.