El británico logró su primera victoria dominando con autoridad en Interlagos. Hamilton finalizó segundo y Sainz, en una muy buena carrera, tercero. Verstappen no cedió posición a Pérez y estalló la interna en Red Bull.
Al cruzar la meta del circuito de Interlagos, como líder y ganador del Gran Premio de Brasil, George Russell cerró una herida que arrastraba desde el 06 de diciembre de 2020. Esa noche, en el circuito perimetral de Sakhir, por un error de Mercedes en el pit stop, se le escapó una victoria que tenía en el bolsillo y hubiera significado su ingreso a la galería de vencedores de la Fórmula Uno.
La carrera Sprint fue el prólogo de lo que se viviría en las 71 vueltas programadas en San Pablo. Russell, con una excelente partida y sin presiones detrás de él, confirmaba que no era casualidad el tiunfo del sábado y se apoderó del liderazgo de una carrera que manejaría a su antojo.
Incluso, la suerte jugaría a su favor. En la sexta vuelta, tras el Safety Car por el toque entre Daniel Ricciardo y Kevin Magnussen, Lewis Hamilton tuvo un contacto con Max Verstappen al entrar muy apretados en la curva tres. El neerlandés caería al último lugar -luego sería penalizado con cinco segundos por el incidente- y su compañero de equipo perdería varias posiciones. La buena fortuna le seguría sonriendo a Russell: Lando Norris, cuando tenía la posición perdida, tocó a Charles Leclerc y el monegasco le haría compañía al campeón en fondo del pelotón. En menos de un giro, tres potenciales rivales estaban neutralizados.
El coche de seguridad no alteró la estrategia de Mercedes. Russell gestionó muy bien sus neumáticos (blando-medio-blando) permitiéndole controlar el ritmo y los hilos de la carrera. Ni siquiera perdió la primera posición cuando realizó la última parada. El británico tenía todo bajo control.
Solo hubo un momento que la victoria estuvo en duda. El segundo Safety Car, para retirar el coche de Norris por fallas en el motor, hizo especular si Hamilton -segundo- atacaría a su compañero. Finalmente, privó la cordura en Mercedes y se optó por asegurar el 1-2; Brackley no arriesgaría lo que podría ser la única victoria de la temporada.
La escudería alemana no fue la única que tuvo ese dilema. Alpine, Ferrari y Red Bull también recurrieron al juego de equipo. Con diferentes resultados.
La escuadra gala ordenó a Esteban Ocon no resistir a Fernando Alonso. El español tenía mejor ritmo y neumáticos más frescos que el francés, y podía escalar más posiciones para engordar la cosecha de puntos tras el retiro de los McLaren. La voz de autoridad emanada desde boxes puso fin a un absurdo duelo entre ambos pilotos. El incidente de la Sprint obligó a imponer la disciplina en Enstone. Un decisión tardía que debió aplicarse desde el primer roce en Arabia Saudita.
Ferrari no bajó ordenes a Carlos Sainz para que cediera el tercer puesto a Charles Leclerc quién pelea el subcampeonato con Sergio Pérez. El español hizo una buena remontada superando varios obstáculos: Partió desde el séptimo lugar por penalizar cinco puestos por cambio de elementos del motor -había finalizado segundo en la Sprint-; tuvo que ingresar tempranamente a boxes porque una visera se coló por una de las tomas de aire y estaba recalentando el freno trasero derecho; y debió reformular todo el plan de carrera para llegar al podio. Por el lado del monegasco, remontó varias posiciones después del incidente con Norris y alcanzó el cuarto lugar a falta de siete vueltas.
La Scudería fue cauta y no activó el juego de equipo, la tercera posición no estaba asegurada. Si Sainz levantaba la velocidad para dejar pasar a Leclerc, podrían aprovechar el rebufo Alonso y Verstappen -que le pisaban los talones al monegasco-. Eran altas las probabilidades de perder el 3-4 y finalizar 5-6. De nada valió las súplicas de Leclerc para el cambio de posiciones. Maranello necesitaba los puntos para mantener la diferencia con Mercedes en Constructores.
Red Bull fue el más polémico. En el último tercio de carrera, Pérez comenzó a perder ritmo con los neumáticos medios. Tras el relanzamiento de la vuelta 60, fue superado por Sainz, Leclerc y Alonso. Con Verstappen detrás -séptimo-, el equipo ordenó que cediera el paso para que éste buscara a Leclerc y le restara puntos. Si en la última vuelta no conseguía superarlo, le devolvería la posición. La orden era clara y directa. Sin embargo, Verstappen desobedeció y nunca devolvió la sexta colocación al mexicano. La actitud del neerlandés hizo estallar una interna que descolocó tanto Christian Horner como a Helmut Marko.
Las decisiones estratégicas de los equipos rivales, y su propio equipo, jugaron a favor de Russell. En el mismo instante que Emerson Fittipaldi le bajaba la bandera a cuadros, el británico borró la conmovedora imagen de Sakhir. Aquella fotografía de un Russell tendido en el suelo, con los ojos húmedos y mirando al cielo buscando una expliacación por la victoria que no pudo ser, fue reemplazada por la imagen de un Russell con los brazos en alto en la cima del podio.
George William Russell, 24 años, nacido el 15 de febrero de 1988 en la ciudad de King’s Lynn -en el condado británico de Norfolk-, se convirtió en el ganador 113 de la historia de la Fórmula Uno. Además, Mercedes logró su primera victoria de la temporada a una fecha del final. Hubiera resultado extraño no haber escuchado, en un podio de 2022, el himno de Alemania y el “God save the King”.
