Sainz gana en Singapur manejando los hilos a su antojo

Sainz gana en Singapur manejando los hilos a su antojo

El español marcó el ritmo de carrera y desplegó una acertada estrategia para alcanzar su segunda victoria en F1. Norris y Hamilton completaron un podio que se definió a medio circuito del final.

 

Acción, drama y emoción. Tres condimentos que requiere una carrera de Fórmula Uno. Hace bastante tiempo que la afición no disfrutaba de una definición muy apretada entre cuatro pilotos. Pero solo podía haber un ganador en Singapur, y fue quién mejor interpretó al exigente y agotador circuito de Marina Bay: Carlos Sainz.

 

El español dominó con total autoridad todo el fin de semana. Repitió el mismo libreto de hace 15 días en Monza y el de Silverstone el año pasado: trabajo medido y preciso. La victoria se construyó ladrillo por ladrillo. Durante 62 vueltas el piloto se convirtió en un científico que experimentó y descolocó a sus perseguidores. Antes que él, hubo otro corredor que también desarrolló con maestría ese arte-ciencia: Carlos Alberto Reutemann.

 

Sainz lideró desde la partida. No le dio tiempo de reacción a George Russell (Mercedes, segundo) que movió tarde y perdió su posición con Charles Leclerc (Ferrari) que partía tercero.

 

Sainz larga en punta mientras Leclerc aprovechá la reacción tardía de Russell. (Mark Sutton)
Sainz larga en punta mientras Leclerc aprovechá la reacción tardía de Russell. (Mark Sutton)

 

El británico quedó descolocado y su compañero, Lewis Hamilton, que le había ganado a Lando Norris (McLaren, cuarto), fue por él. En la frenada de la segunda curva se pasó de largo y ganó la posición al cortar la variante. Inexplicablemente no devolvió el lugar. Durante un giro y medio fue un tapón para Russell y si bien el siete veces campeón regresó la posición, las Ferrari aprovecharon para escaparse.

 

Pero las características de Marina Bay, trabado y de difícil sobrepaso, obligaba a plantear una carrera lenta. Y es lo que hizo Maranello. Sainz comenzó a manejar los hilos a su gusto forzando al resto del pelotón a seguir su ritmo.

 

Nadie se sacaba ventaja y nadie quería desgastar neumáticos que obligara a dos paradas. Las gomas debían durar un poco más de su vida útil.

 

La estrategia del puntero complicó a los Red Bull. Max Verstappen avanzó un par de posiciones desde el décimo lugar, lo mismo intentaba Sergio Pérez -que en la primera vuelta tuvo un toque con Yuki Tsunoda-. Pero el encierro de coches en menos de un segundo dificultaba el rebase y hacía más cuesta arriba a los de Milton Keynes.

 

A partir de la vuelta 13, Sainz se alejó de su compañero. Ambos calzaban distintos compuestos. El español con neumáticos medios y Leclerc con blandos. La jugada era sencilla, comenzar a tirar para abrir la brecha y neutralizar un Undercut teniendo en cuenta que el monegasco estaba en la ventana de la vida útil de la cubierta. Sin embargo, el mayor interrogante era cuando ingresarían todos los que usaban medios. Lo difícil del rebase en Singapur requiere de una estrategia 100 por ciento efectiva, sin margen de error.

 

Sainz no se despega de Norris para darle DRS y que este se defienda de Russell. (Jake Grant)
Sainz no se despega de Norris para darle DRS y que este se defienda de Russell. (Jake Grant)

 

Logan Sargeant facilitó las cosas en la vuelta 19. Se pasó de largo en la curva 8 y golpeó su Williams contra la pered. En su camino al box para cambiar el morro, dejó un reguero de pedazos de fibra de carbono en los sectores 2 y 3 que obligó la salida del SafetyCar.

 

La neutralización fue aprovechada por los equipos para cambiar a neumáticos duros. La lentitud de la carrera garantizaba la durabilidad hasta el final. Sainz (primero), Leclerc (segundo), Russell (tercero) y Norris (cuarto) ingresaron, pero solo el monegasco perdió posiciones. El box tuvo que retenerlo porque debía dar paso a Hamilton y regresó a pista en la sexta posición.

 

Con el relanzamiento, Sainz ya no contaba con su compañero como tapón. Ahora todo dependía de él y del Pit Wall. El español sacaría a relucir una faceta descocida hasta hoy: el de estratega.

 

Estiró unas decimas de ventaja aprovechando que Russell debía superar a Verstappen (que no ingresó a boxes y quedó segundo) y lo mismo Norris con Pérez por la cuarta posición. Mientras los británicos atacaban a los Red Bull, que aún giraban con neumáticos viejos, la Ferrari se escapaba.

 

Norris soporta el ataque de Russell, Hamilton expectante. (Jake Grant)
Norris soporta el ataque de Russell, Hamilton expectante. (Jake Grant)

 

Pero la tranquilidad se terminó en la vuelta 43. El Alpine de Esteban Ocon se detuvo en la curva 2 por problemas de motor y provocó un Virtual Safety Car. Mercedes llamó a Russell y Hamilton para calzar el último juego de neumáticos medios nuevos que tenían. Brackley vio una oportunidad de arrebatarle la victoria a Maranello.

 

Con la bandera verde, los dos tenían que descontar 18 segundos a falta de 17 vueltas. Antes, los Mercedes debían superar a Leclerc (tercero) y Norris (segundo) para alcanzar al madrileño.

 

Leclerc resistió lo que pudo. A falta de diez giros ya no tenía neumático para defenderse y fue superado fácilmente por la dupla de Brackley. Norris era otra cosa.

 

Las últimas siete vueltas fueron un duelo entre británicos. El de McLaren comenzó a defenderse de los W14 pero encontró un aliado inesperado: Carlos Sainz. Su amigo, que también tenía sus gomas al límite, le dio DRS para que pudiera defenderse y usarlo de contención. Con esta estrategia, que el Cavallino reconoció que fue idea del piloto, la carrera se encaminó a la última vuelta.

 

Con la bandera a cuadros a menos de un giro, Sainz se desacopló del McLaren y buscó la meta. Norris se defendió con uñas y dientes de los ataques de Russell quién, además, debía cuidarse de la presión de Hamilton.

 

Antes del ingreso a la curva 16, Norris, que se abrió demasiado para hacer la línea de giro, rozó el muro. Russell también cometió el mismo error pero mordió la banquina y se fue de largo en la curva. Sainz, inteligentemente, se aseguró la carrera. Norris respiró aliviado. Y Hamilton heredó el tercer lugar que no arriesgaría como su compañero.

 

Hamilton arriba tercero tras el despiste de Russell. (Glenn Dunbar)
Hamilton arriba tercero tras el despiste de Russell. (Glenn Dunbar)

 

Carlos Sainz cruzó la meta, con él los Tifosi que se quedaron con el grito atragantado en Monza. Como en 1988, Ferrari terminó con un invicto. Pero, a diferencia de los abandonos que favorecieron esa vez a Gerhard Berger y Michele Alboreto, fueron piloto y equipo que aprovecharon el mal fin de semana de Red Bull y construyeron la victoria desde el viernes.

 

La Marcha Real reeamplazó al himno de los Países Bajos. La pasión del Inno di Mameli suplantó a la solemne melodía del himno austriaco. Y después de 17 fechas el nombre de Max Verstappen no apereció en el podio. En cambio, se inscribieron los de Carlos Sainz, Lando Norris y Lewis Hamilton. Los héroes de la jornada.

 

¿Y Red Bull? Verstappen finalizó quinto y Pérez octavo. Reducción de daños en un tortuoso fin de semana. Lo único positivo para el equipo es que la matemática señala que Max necesita 25 puntos para ser campeón, y una combinación de resultados para quedarse con el título de constructores la próxima fecha. Casulamente, la siguiente carrera, es en Japón; la casa de su motorista asociado.

 

Pero lo que ocurra dentro de siete días solo intersa a Milton Keynes. El resto del mundo celebra junto a un pueblo del norte de Italia. Y en particular agradecen a cuatro personas por el espectáculo: George Russell, Lewis Hamilton, Lando Norris y, obviamente, al ganador: Carlos Sainz Vázquez de Castro.

 

Clasificador del GP de Singapur. (F1 / FOM)
Clasificador del GP de Singapur. (F1 / FOM)