Conquistó su segunda corona en un Gran Premio plagado de fallas de parte de la FIA y la organización. Nuevamente una grúa salió a pista con los coches circulando. Hubo confusión con la nueva reglamentación para otorgar puntos.
Max Verstappen no merecía que su segundo título fuera en medio de un caos que no ocurría en la Fórmula Uno desde hace mucho tiempo. La FIA, Liberty Media y los promotores hicieron su mayor esfuerzo para que todo lo que pudiera salir mal en Suzuka, saliera mucho peor.
El neerlandés retuvo la corona en un Gran Premio de Japón dominado por el caos. Tal fue el desorden que el piloto de Red Bull ni siquiera supo que había ganado la carrera cuando se cumplió el tiempo máximo de tres horas para el desarrollo de la competencia. Pero esto es, apenas, un eslabón de la cadena de barbaridades de la que fueron testigos millones de televidentes en todo el mundo.
Desde la mañana del sábado, los reportes del clima, señalaban que la lluvia que se aguardaba sobre el final de la carrera se adelantaría para antes de la partida. El pronóstico se cumplió. El aguacero comenzó a caer sobre el trazado y surgió la primera duda entre los comisarios: ¿Cómo se largaría la carrera? Señal de una tarde complicada.
La Dirección de Carrera, bajo el mando de Eduardo Freitas, descartó el procedimiento de Rolling Start (partida en movimiento) y optó por la salida en grilla.
La largada fue prolija. Max Verstappen y Charles Leclerc, los principales contendientes al título, movieron muy bien. La Ferrari le ganó por la parte interna al Red Bull y lo que parecía el golpe de escena que necesitaba el monegasco, terminó en una espectacular muestra de resistencia y tenacidad del neerlandés. Verstappen no se dejó vencer y por la línea externa aceleraba a fondo en el curvón, con el riesgo de hacer aquaplaning, para recuperar la primera posición. El campeón defensor dejaba atrás al único adversario que realmente podía discutirle la corona. ¿Alguno creyó que Sergio Pérez tendría lel visto bueno de Christian Horner y Helmut Marko para quitarle el cetro a su compañero?
Pero la ilusión de ver una interesante carrera bajo lluvia, algo que no es muy común en los últimos años por el conservadurismo y resquemores de los oficiales, se diluyó diez curvas más adelante. Carlos Sainz perdió el auto, al irse de cola, en la salida de la horquilla Hairpin estrellándose violentamente contra las defensas de la curva 12. La Ferrari quedó atravesada entre el pasto y la cinta asfáltica mientras lo pasaban los coches que venían detrás. Afortunadamente, nadie se lo llevó por delante.
Al accidente del español se sumó la detención del Williams de Alex Albon por problemas mecánicos. Con dos coches varados en pista, la escasa visibilidad y piezas de la Ferrari esparcidas en una de las vías rápidas; se cambió la neutralización con Safety Car por bandera roja.
Pierre Gasly ingresó a boxes antes de la salida del coche de seguridad. El francés tenía incrustado en la trompa un cartel publicitario que se zafó por la colisión de Sainz. Al regresar a pista comenzó a acelerar para reintegrarse a la fila india, exediendo el límite de velocidad bajo Safety Car. De pronto se topó con una grúa al borde de la curva 12, lo que desató la furia del piloto de AlphaTauri por el grave riesgo que implicaba.
El recuerdo del fatal accidente de Jules Bianchi en 2014, casualmente en Suzuka, cuando se despistó y se estrelló contra una grúa, aún está latente. En el mismo instante que Gasly se encontró con el vehículo de asistencia, saltó la señal de bandera roja. Increíblemente, alguién dio la orden de hacer ingresar la grúa con los coches circulando en pista. Una grave negligencia.
La carrera estuvo neutralizada por más de dos horas. Al tomar conocimiento sobre el incidente, algunos pilotos descargaron su enojo en las redes sociales. Lando Norris y Sergio Pérez fueron los más duros con la FIA. “¿Cómo podemos dejar claro que nunca queremos ver una grúa en la vía? Perdimos a Jules por ese error. Lo que pasó hoy es totalmente inaceptable!!!!! ¡Espero que esta sea la última vez que vea una grúa en la vía!”, escribió el mexicano en su cuenta de Twitter. Aunque, para ser honestos, los pilotos tuvieron un rapto de amnesia al no recordar que en Monza una grúa estaba sobre la pista, más precisamente en Lesmo, con los coches pasando a pocos centímetros.
Pero la prolongada neutralización no fue por la grúa sino porque la Dirección de Carrera no se animaba a relanzar con lluvia. Los oficiales esperaban que bajara la intensidad. Sin embargo, había dos problemas que ponían en jaque al Gran Premio: corría el tiempo de tres horas como máximo para desarrollar la carrera y en Suzuka anochece a las 17 horas -sumado a una nueva masa de agua aproximándose al circuito-. El fantasma de Spa-Francorchamps 2021 rondaba el autodromo.
Finalmente, cuando restaba una hora para el tiempo límite, se decidió relanzar la carrera. Esta vez, bajo procedimiento de Rolling Start. Habría 45 minutos de acción, que empezó una vez que ingresó el Safety Car a boxes después de tres vueltas. Antes del relanzamiento surgió el interrogante en los equipos si no era conveniente cambiar las cubiertas. Pasar de las extremas de suelo mojado a las intermedias que resisten mejor cuando se forma la huella seca.
Las miradas se posaban sobre Verstappen, Leclerc y Pérez. Ninguno secundó al coche de seguridad para jugar la carta de las intermedias. Cuando los tres primeros pasaban por la recta principal, la mirada del público se desvió hacia los pits porque Sebastian Vettel (Aston Martin) y Nicholas Latifi (Williams) apostaron por esa estrategia. Como efecto dominó, en los siguientes dos giros, ingresaban el lote de punteros más los Mercedes de Lewis Hamilton y George Russell. Fernando Alonso (Alpine) se quedó en pista y heredó la punta especulando que pronto caería la lluvia.
La estrategia del cambio de cubiertas fue acertada. Los coches que optaron por las intermedias mejoraron el ritmo y los que se quedaron con las de rango extremo caían en el clasificador.
Verstappen comenzó a escaparse de la Ferrari. Leclerc informó desesperadamente al box que sus cubiertas se degradaban rápidamente -el talón de aquiles del F175 a lo largo de la temporada-. El riesgo de perder la segunda posición a manos de Pérez era alto, comenzaba a descontarle diferencia.
Los últimos 15 minutos de carrera nos regalaron tres duelos sobre piso mojado que compensaron, en parte, la larga espera por la bandera roja. Hamilton no podía doblegar a un Esteban Ocon (Alpine) que defendía, con uñas y dientes, la cuarta posición. Detrás de ellos, ocurría lo mismo con Vettel y Alonso. Tres campeones del mundo y una figura en ascenso regalaban las pocas emociones que se disfrutaron en Suzuka.
Pero la verdadera batalla era por el segundo lugar. En las últimas vueltas, Leclerc se defendió como pudo de los ataques de Pérez. Con neumáticos degradados y casi lisos, la Ferrari resistía a los embates del Red Bull. Cuando faltaban pocos metros para finalizar la carrera, Leclerc se pasó de largo en la chicana. El monegasco cortó camino y cruzó la meta por delante de Checo. Los comisarios le aplicaron cinco segundos de recargo que lo bajaron al tercer escalón del podio.
El caos no terminó con la bandera a cuadros. Segundos antes, Verstappen cruzó la meta. Ni él o el equipo sabían que había terminado la carrera. El neerlandés siguió acelerando hasta que fue notificado del triunfo. Pero aun restaba una perlita más en el collar de los gafes.
Mientras el ganador era entrevistado por Johny Herbert en el parque cerrado, sus mecánicos comenzaron a festejar. Le comunicaron que era campeón porque se otorgaron la totalidad de los puntos. A partir de ese momento reinó la incredulidad. Según el reglamento le hubiera correspondido 13 unidades por haber completado menos del 50 por ciento de la distancia programada sin contar los giros bajo Safety Car.
Verstappen, la afición y la prensa estaban desconcertados. Incluso, en la sala de espera, Max le consultó a Pérez y al camarógrafo de F1TV: “¿Soy o no soy campeón?”. Finalmente, tras varios minutos de confusión, la FIA emitió un comunicado dónde aclaraba el aspecto reglamentario y por qué se le otorgó los 25 puntos de una carrera disputada en condiciones normales.
El artículo 6.5 del Reglamento Deportivo señala: “Si una carrera se suspende de acuerdo con el artículo 57 y no puede reanudarse, los puntos para cada títular se otorgarán de acuerdo con los siguientes criterios”. En este caso, la carrera no fue suspendida -como ocurrió el año pasado en Bélgica– sino que finalizó por tiempo límite para realizar la competencia. Por ende, está bien aplicado el artículo aunque se haya corrido menos de la mitad del Gran Premio.
La norma fue modificada este año para que no ocurriera otra polémica como en Spa al otorgarse puntos con solo un puñado de vueltas. Sin embargo, la nueva reglamentación no modificó la cuestión de fondo y volvió a ser injusta. De haberse adaptado el viejo sistema del 75 por ciento, que rigió hasta el año pasado, a la actual normativa, podían haberle dado a Verstappen la mitad de las unidades; lo que sería más justo. La reforma que aprobó el Consejo Mundial del Deporte Motor, con el visto bueno del ejecutivo encabezado por el presidente Mohammed ben Sulayem, falló estrepitosamente.
La confusión y desorganización opacó el brillante título de Max Verstappen. El flamante bicampeón aplastó a su único retador y dominó con total autoridad a lo largo de la temporada -que aun le resta cuatro fechas-. La historia de la Fórmula Uno no merecía que esta consagración quedara en un segundo plano por la impericia de quiénes deben velar por el buen desarrollo de la competencia. Nuevamente, la FIA y la gerencia, hicieron el rídiculo.