El holandés venció en la última carrera del año seguido por Leclerc y Russell. Mercedes le ganó la pelea por el subcampeonato a Ferrari. Polémica por penalización a Pérez.
La temporada 2023 de la Fórmula Uno terminó como empezó: con victoria de Max Verstappen. El Gran Premio de Abu Dhabi, última fecha del campeonato mundial, fue previsible en todos los ordenes. Incluso en la definición por el segundo lugar del campeonato de Constructores dirimido entre Mercedes y Ferrari.
El Cavallino se jugó en Yas Marina a todo nada para ganarle la pulseada al equipo de Brackley. Sin Carlos Sainz, que partía decimosexto, la misión por el subcampeonato recayó sobre las espaldas de Charles Leclerc. Sin embargo, Maranello tuvo una desventaja todo el año: Mercedes sumó con los dos autos en gran parte del 2023, mientras que ellos dependían que uno de sus pilotos tuviera un buen día.
Con esa presión el monegasco salió a pelear las dos primeras vueltas con Verstappen. Ambos partieron muy bien, pero la velocidad de punta del Red Bull fue letal para la Ferrari. La diferencia de ritmo era suficiente para que el holandés se dedicara a cubrirse de cualquier ataque.
Ni siquiera se inmutó cuando Leclerc se puso a la par una vuelta más tarde. Pisó un poco más acelerador y le sacó 1,3 segundos de ventaja. Sin riesgo de ser atacado por DRS, se desacopló del resto del pelotón. Como en varias ocasiones, tomó la carrera como un mero trámite de rutina.
Con este escenario, Mercedes aprovechó la impotencia de Leclerc y el retraso de Sainz. La escudería alemana jugó sus fichas a todo el potencial que podrían dar George Russell y Lewis Hamilton.
Russell era el mejor posicionado para ahogarle las ilusiones a Ferrari. Tras una mala salida, recuperó terreno y aplastó a los McLaren que se habían interpuesto en su camino. Con Oscar Piastri impuso la superioridad del W14 y con Lando Norris tuvo la suerte de su lado. Ambos ingresaron juntos en el primer pit stop, pero una falla en una pistola neumática hizo retrasar al papaya número cuatro y Russell lo rebasó en el pit lane. Una vez asegurada la tercera posición, tanto piloto como equipo, administraron el ritmo para cuidar los quince puntos.
Como contracara, Hamilton quedó anclado en los últimos puestos que otorgan puntos. Hasta tuvo un incidente con Pierre Gasly. El Alpine se pasó en la frenada de la curva 6 y el Mercedes se lo llevó por delante. Conociendo los estados de ánimo del siete veces campeón, Toto Wolff tomó las riendas y empezó a alentarlo por radio. El Team Manager se mantuvo en contacto toda la carrera. Los puntos que pescara Lewis asegurarían el objetivo en Constructores.
Bajo el dominio de Verstappen, la desesperación de Ferrari por el subcampeonato y la tranquilidad de Mercedes; la carrera cayó en un pozo. Solo un puñado de maniobras sacaron del aburrimiento a los aficionados.
Una de ellas generó la polémica del fin de semana -y del año-. Sergio Pérez, que venía remontando con un RB19 arrollador, se tiró por el interno de la seis para superar a Norris. Ambos coches se tocaron, no hubo daños y pudieron continuar. Lo insólito fue que los comisarios interpretaron que el mexicano causó la colisión y lo penalizaron con cinco segundos. Pérez, al momento del contacto, tenía el eje delantero por delante del eje trasero de Norris antes del vértice de la curva -algo que se acordó esta temporada como válido y no sancionable-.
La penalización de Checo fue la última carta de Leclerc para el subcampeonato de Ferrari. Rápido de reflejos pidió al box que lo autoricen a dejerse pasar por Pérez. La estrategia era simple: el mexicano subía a P2 y el monegasco intentaría relentizar a Russell. Con esta maniobra buscaría quedar a menos de cuatro segundos de Pérez -cuando se aplicara la sanción en el clasificador, caería detrás de la Ferrari y por delante de Russell-.
Falló el plan. No alcanzaron las vueltas para abrir la brecha necesaria y la carrera terminó con Max Verstappen primero, segundo Chalers Leclerc y tercero George Russell. Pérez finalizaría cuarto y descargando su enojo hacia los comisarios.
Los diecisiete puntos que obtuvo Mercedes -quince de Russell y dos de Hamilton por el noveno lugar- le aseguró el subcampeonato de Constructores. A pesar del mal año, con un chásis impredecible fecha tras fecha, Brackley logró que sus dos pilotos sumaran en casi todas las carreras. Algo que Ferrari, Aston Martin y McLaren no pudieron hacer.
Para Red Bull, en cambio, fue el mejor año desde su llegada en 2009. Logró la trifecta que siempre le fue esquiva: campeón y subcampeón de pilotos y título de cosntructores. Ganó 21 carreras sobre 22. Y colocó una vara muy alta con el RB19 que ya es considerado uno de los mejores autos de la historia de la F1.
Párrafo aparte para Verstappen. ¿Qué se puede escribir sobre él que no se haya escrito? Pulverizó casi todos los registros históricos que tenía por delante. Y si faltaba algo en el cierre de su brillante año fue quedar como el tercer piloto con mayor cantidad de victorias: 54. Esta temporada quebró las marcas de Ayrton Senna (41), Alain Prost (51) y Sebastian Vettel (53).
Max tiene 26 años y contrato con Red Bull hasta 2028. No son pocos los que se preguntan si alcanzó su techo o puede explotar más todavía. El año que viene lo sabremos.
