El holandés inició con paso firme la defensa del título. Arribó por más de veintidos segundos sobre Pérez. Tercero Sainz que aprovechó los problemas de Leclerc.

 

Max Verstappen ganó de punta a punta el Gran Premio de Bahrein que se disputó en el trazado de Sakhir. El campeón dio el primer paso en sus aspiraciones por la cuarta corona. Y fue un paso fuerte: cruzó la meta con más de 22 segundos de ventaja sobre Sergio Pérez. Mientras que el tercer escalón del podio fue para Carlos Sainz con la Ferrari.

 

Poco se puede hablar de una carrera que era predecible desde la parrilla de partida. Verstappen era el firme candidato a la victoria (y más desde la pole). Pérez, si bien partía desde la quinta posición, contaba con el RB20 para alcanzar el segundo puesto. Ferrari, en los papeles, aparecía como la única sombra de los Red Bull. Sin embargo, lo que tenía que ser un protagónico de Charles Leclerc, que largó desde la segunda posición, terminó en una actuación estelar de Sainz.

 

El holandés movió sin dificultad en la salida. Cubrió bien sus flancos evitando cualquier intento del monegasco de colar el coche y robar la cuerda. Una vez neutralizado Leclerc comenzaba la enésima carrera en soledad del Red Bull.

 

 

Detrás de ellos solo hubo un incidente. Nico Hülkenberg, que partía décimo, reaccionó tarde y perdió varias posiciones. Al llegar a la primera curva se pasó en la frenada y se llevó por delante a Lance Stroll (su Aston Martin hizo un semi trompo). Ambos pudieron seguir en competencia, pero el Haas del alemán sufrió daños en el ala y debió ingresar a boxes para cambiar el morro.

 

Cuando Bahrein se encaminaba a la monotonía, el escenario cambió para Leclerc. En las primeras vueltas comenzó a tener problemas con el eje delantero derecho. La Ferrari bloqueaba constantemente en las curvas, dejándolo vulnerable ante el ataque de sus rivales.

 

Pérez y George Russell (Mercedes) aprovecharon la situación y lo superaron con facilidad. Pero los dolores de cabeza para el monegasco aumentaron al quedar a tiro de su compañero. Sainz no tuvo piedad. En la vuelta 11 ganó el interno en la primera curva con un rebase muy ajustado que pudo terminar en contacto. La caída de Leclerc obligó al box a adelantar el cambio de neumáticos. El español concentraría las esperanzas de podio en Maranello.

 

 

La primera tanda de pit stop no alteró el rumbo de la carrera. Pirelli anticipó que las condiciones de pista eran para dos detenciones con la combinación ideal de neumáticos Blandos-Duros-Duros. Y en efecto fue lo que ocurrió.

 

Red Bull tenía las de ganar. Tanto Verstappen como Pérez tenían dos juegos nuevos de duros. Eso les daría mayor ventaja sobre el resto que tenían usados. Pero, en la última detención, se inclinaron por compuestos blandos a falta de 22 vueltas para el final (la vida útil tiene un promedio de 8 a 10 giros). Esta estrategia confirmó que el RB20 conservó una de las características del RB19: la baja degradación de las gomas.

 

La carrera se cerró entre las vueltas 36 y 38 cuando Verstappen, Pérez y Sainz realizaron su última parada. Salvo un golpe de escena, que nunca ocurrió, las posiciones no se alteraron.

 

 

Leclerc tuvo un renacimiento sobre el último tercio de competencia. La Ferrari se mostró más estable y pudo atacar a Russell para arrebatarle la cuarta posición. Toto Wolff siguió la lucha con gesto adusto en el box. Los W15 padecieron los problemas de suelo que los tuvieron a mal traer el fin de semana.

 

Lo positivo para Brackley fue que pudieron colocarse por delante de los McLaren: George Russell (quinto) sobre Lando Norris (sexto) y Lewis Hamilton (séptimo) sobre Oscar Piastri (octavo).

 

Donde la decepción se hizo carne fue en Aston Martin. Fernando Alonso y Lance Stroll nunca tuvieron el ritmo para pelear con Mercedes y McLaren. El español advirtió, minutos antes de la carrera, que no sería un buen día para los de Silverstone. Consultado por DAZN F1 sobre que posición final firmaría, dijo con sinceridad: “La simulación nos da P9, un poco más que eso firmaría”. Alonso llegó noveno.

 

 

A pocas vueltas del final, en un Gran Premio que se tornó aburrido, estalló una interna dentro de RB. Yuki Tsunoda, que tenía DRS a su favor contra Kevin Magnussen, recibió la orden de ceder la posición a Daniel Ricciardo. Desde el Pit Wall argumentaron que el australiano tenía mejor ritmo y podía superar al danés por la decimosegunda posición. El japonés pegó el grito en el cielo (el audio se escuchó en la transmisión oficial) y amagó con desobedecer la orden. Finalmente dio paso a su compañero, pero éste no pudo con Magnussen. La tensión se cortaba con un cuchillo en el box.

 

Max Verstappen y Red Bull ratificaron su poderío. El holandés cruzó la meta con +22.457s de ventaja sobre Sergio Pérez que terminó segundo. Milton Keynes se llevó otro 1-2 y demostró que el RB20 se encuentra al nivel de su antecesor: el imbatible RB19.

 

Y en las filas de Ferrari, Carlos Sainz exhibió en Bahrein una faceta que era desconocida. Fue más agresivo y ambicioso (principalmente con Leclerc). En su última temporada en Maranello, los más allegados sostienen que soltó sus ataduras e irá por todo. Aseguran que demostrará a la directiva que cometieron un error en la preferencia sobre su actual compañero.