El CEO de McLaren apuntó contra el legendario Gran Premio. Afirma que Monte Carlo debe estar a la altura comercial de otras plazas. “¿Cuál es la contribución económica al deporte?”, se pregunta.
La generación de aficionados que se sumaron a la Fórmula Uno, después de los años noventa, comenzaron a cuestionar el por qué de la continuidad de Mónaco dentro del calendario. El tradicional Gran Premio en las calles del Principado, una de las fechas favoritas de los pilotos y una de las más amadas por la vieja guardia de seguidores, pareciera no congeniar con los fans del siglo XXI. Para colmo, en los últimos días, sorpresivamente, surgió una voz que da la razón a los detractores: Zack Brown.
El CEO de McLaren, en declaraciones a la revista norteamericana Racers, cuestionó la carrera y se pregunta que aporte comercial le brinda a la categoría. “Mónaco -dijo- siempre representó la parte más glamorosa de la Fórmula Uno”. Y lo contrasta con otras fechas que se incorporaron en los últimos años: “Creo que Miami, Singapur y Las Vegas están comenzando a agregar algunos mercados bastante glamorosos”.
Cabe señalar que Miami y Las Vegas aún no debutaron. El primero tendrá su estreno el próximo 08 de mayo y el segundo, anunciado la semana pasada, ingresará al calendario en 2023.
“Creo que Mónaco necesita llegar a los mismos términos comerciales que otros grandes premios -sostiene- y quizás también necesite trabajar con formas en que puedan adaptar su pista porque, a medida que nuestros autos se han vuelto más grandes, las carreras se han vuelto más difíciles”.
Brown intenta que sus polémicas declaraciones se apacigüen con el deseo que Monte Carlo continúe por su estrecho vínculo con la Fórmula Uno. Pero el grado de los cuestionamientos impide cualquier tono diplomático: “Debes tener en cuenta [la historia], pero luego creo que debes tener en cuenta: ‘¿Cómo es el espectáculo que se presenta?’”. Y lanza otro interrogante que no esconde el argumento comercial en contra del Gran Premio: “También hay un elemento, que no debería impulsar nuestras decisiones pero debería ser parte de nuestras decisiones: ‘¿Cuál es la contribución económica al deporte?’”.
“Preferiría tener Mónaco que no tenerlo, pero, al igual que el deporte, es más grande que cualquier piloto o equipo. Creo que es más grande que cualquier Gran Premio”, dijo.
Mónaco puede ser cuestionable como lugar de carreras: pista estrecha y pocos lugares de rebase -por no decir nulos-. No se puede negar. Sin embargo, se ganó un lugar en el corazón de la afición; nadie puede concebir una temporada sin el callejero.
Desde 1950 -no se disputó en 1951, 1953 a 1955 y 2020- se transformó en la carrera que todos los pilotos desean correr y ganarla. No por el hecho de compartir el podio junto a los príncipes -el último bastión que refleja los orígenes aristocráticos del automovilismo deportivo-, sino por el prestigio personal y el honor. El alto grado de exigencia en concentración y reflejos lo convierte en un verdadero reto para los corredores.
El Gran Premio de Mónaco, junto a las 24 horas de Le Mans y las 500 millas de Indianapolis, es considerado una de las gemas de la triple corona del automovilismo mundial. Graham Hill fue el único que la conquistó: cinco victorias en Monte Carlo, la Indy5 00 ’66 y Le Mans ’72.
Pareciera que el señor Brown ignorara que esta tradicional competencia regaló momentos e ídolos indiscutidos a la Fórmula Uno. Están grabadas en la memoria, por ejemplo, la victoria de Juan Manuel Fangio en 1950 -la carrera que lo inspiró una vieja fotografía-, las hazañas de Hill en los sesenta, la victoria científica de Carlos Reutemann bajo la llovizna, el sorprendente triunfo de Riccardo Patrese cuando heredó la punta a falta de un giro -tras la caída en seguidilla de Alain Prost, Dereck Daly, Andrea de Cesaris y Didier Pironi– o el reinado de Ayrton Senna. Precisamente, en 1992, el brasileño y Nigel Mansell obsequiaron al mundo el duelo más apasionante de la historia de Mónaco.
El plan expansionista, impulsado por la antigua FOM de Bernie Ecclestone y la actual de Liberty Media, amenaza contra todo aquello que contribuyó a que la Fórmula Uno sea la “Categoría Reina”. La obsesión por conquistar al público norteamericano lleva a algunos de sus popes a despreciar una plaza que, a fuerza de pasión y gloria, se ganó un sitial de honor en el automovilismo mundial.
“Creo que estos son tres mercados increíbles [en referencia a Austin, Las Vegas y Miami]. Creo que es casi el horario perfecto desde el punto de vista estadounidense”, comentó Brown. Es evidente para que bando jugará el CEO de McLaren, en un futuro, si existiera una propuesta para dejar fuera del Gran Circo a Monte Carlo.
Pero el señor Brown olvida algo. 40 años atrás se especulaba que Long Beach desplazaría al Principado. Finalmente, la ciudad balnearia de California, cayó en desgracia y pasó, en 1985, a formar parte de la IndyCar. Mónaco sigue viva y romántica.